Ver
texto: “La destrucción como causa deldevenir”
Sabina Spielrein habla de: “La destrucción como causa del
devenir”… pero la destrucción de qué?
De la destrucción de la ilusión de futuro como causa de la
construcción de una unidad (uno mismo), en permanente alineamiento y tomando
posición (midiéndose) con respecto a este futuro porvenir.
La destrucción no es un suicidio
o la nada, es renacer en el clímax de la existencia.
El miedo a la destrucción de
esta ilusión y su desconfianza, fortalece esta ilusión como una que aparece más
allá de uno: en creencias y visiones, como la idea de inmortalidad que lograría en teoría trascender
su estado mortal por medio de la conciencia de una supra conciencia.
La fusión aparente de ese uno
mismo con el cosmos del todo y todos, es una falsificación que sustituye la
renuncia del uno por el estar existiendo en el nosotros entre los otros.
Sin el ejercicio de
experiencia en la comunidad del nosotros (a escala) y el no poder existir del
uno entre los otros, no existe una base de afecto, un tejido concreto en la cual poder renunciar, por lo
cual el desdibujamiento del uno, los
estados oníricos de ensueño manifestando el inconsciente encarnado en el
subconsciente por medio de la intuición (vigilia), parecen fantasmas y pesadillas des-vinculantes del único propósito (ya obsesión) de la construcción de la conciencia hacia la
supra conciencia, que en definitiva es el posicionamiento del uno sobre este
nuevo espacio.
Lejos de la presencia del
devenir entonces, se impone una visión permanente de futuro, cuando el futuro
fue en tiempos primitivos o primarios, el aparecer de un campo de posibilidades
cuando el devenir se transformaba en un estado crítico, era originariamente un
mecanismo de sobrevivencia, un alma manifestada que salvara el cuerpo. Este
apremio permitía que espontáneamente el ser-alma apareciera como campo de
posibilidades, entelequias constituyentes de otra entidad universal. Del ser
estando en la existencia aparece el ser esporádicamente para salvar la entidad
en devenir. Es la geometrización entelequica del espacio sensible fenoménico, constituyéndose
en un poder ante lo natural, como el ente ante la mimesis.
La anticipación e
instrumentalización de este campo de entelequias o universales, permite la
emergencia de la civilización por medio de la materialización de un artificio,
que objetiviza los sujetos en función de él, sea cosmos, dios u orden.
El aparecer del ser esporádico
plasmado como representación en un estado permanente, se constituye en el
futuro por construir como absoluto, haciendo del devenir un olvido, que la
existencia tarde o temprano cobra y así brota como mala conciencia o
inconsciente tergiversado, sombra a domar. Por esto sus administradores
instalan los artificios con estrategias medidas, de manera sostenida y
cuidadosa de su transformación. Esto no tiene fin, solo hasta que llegue el
fin. El filo como salto a lo universal (de Jung o Freud) o el flujo de la existencia
(de Spielrein, Deleuze y tal vez Gross)… esa es la cuestión.
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