Con
el argumento estatal, de apoyar con bienestar a los tejidos espontáneos de
afecto que emergen en los márgenes de las ciudades, como efecto del
posicionamiento burgués de toda clase movilizados por los
valores en curso hacia los centros de poder, los estados paradójicamente
debilitaron estos tejidos, deliberadamente falsificando su energía vital, por el
artificio estatal llamado “protección social”, que fue inventado, financiado y ahora desprestigiado por la
misma banca, porque ya no le sirve.
Sin
estos genuinos tejidos de solidaridad espontanea: falsificados y debilitados
intencionadamente por apariencias solidarias que hoy se encuentran agotadas, lleva a concluir
que solo queda el chorreo del mercado, como salvador de la crisis de
ineficiencia estatal. La intención neoliberal, es justamente instalar en el sentido
común, la idea de que el debilitamiento del estado como agente de solidaridad,
es un proceso evolutivo y natural de la globalización, que se da por medio de
la apertura y des-dibujamiento liquido de los rígidos y burocráticos estados, a
las posibilidades del mercado global y su prometida eficiencia que traerá bienestar
a todos, tal como el mito de que la tecnología nos iba a dar más tiempo para
crear e imaginar cómo civilización.
La
verdad: los estados nacieron para morir, fueran liberales o desarrollistas, el
tejido social necesitaba un sentido para no ser auto-destruido por el mercado de
individuos despiadados,, el capitalismo necesita un sentido como dice
Boltansky. Para controlar este “sentido” o lo que define Pedro Morande como “control
del ethos”, requirió de la falsificación de la solidaridad en un propagandístico
bienestar exógeno que debilitara sistemáticamente el tejido comunitario
espontaneo, endógeno y genuinamente creativo (no imitativo), mientras
paralelamente instalaba la idea de individuo. El desarrollo de la utopía del
progreso futuro requirió también de una base presente que amparara los efectos
colaterales, situación al margen y precaria en donde se aprovecharía de
instalar los valores y esperanzas del individuo capaz de librarse del pasado,
surgiendo como individuo ético de buenos principios sociales. El ejemplo ético sustituye
la exploración del afecto y permite llevar “la consideración social” a una
nueva escala. El problema es que se genera una nueva manera de vínculo, no
precisamente mas evolucionada.
Los
principios “humanistas” son el “medio solidario” del contrato social, con un doble
fin estratégico: permitir el desarrollo sostenido del grupo por medio del
correcto posicionamiento y realización del individuo, siempre en evolución entendida
como crecimiento. Existe un motivo más allá del genuino acto solidario de cara
a un otro: el correcto y buen surgir del individuo en sociedad.
El
buen samaritano es solidario por su propia salvación y progreso, ya que
el contexto de sucesos permanentemente aspiracionales, de espacios al margen
como antesalas de ciertos requisitos para aspirar a un espacio mejor
posicionado, hace de la experiencia inmanente y permeada a los otros, de una
estratégica en que una entidad cristalizada siempre hace el bien enfocado en su
apariencia por un futuro mejor que lo mira y evalúa siempre: Dios o Conciencia.
No se trata de cuestionar lo que logra el acto, que puede ser bueno, sino la
confusión de la intencionalidad que entremezcla la genuina presencia de estar-ser
con la estrategia futura de ser una nueva apariencia.
El
estado hace de la genuina solidaridad que emana del tejido cultural, una
instrumentalización social para el individual y su posicionamiento como
ser humano en sociedad.
El
problema es que la energía interior que emerge de un cara a cara real que
permite en definitiva la “cultura”, su vida desplegada y en definitiva manifestada,
es secuestrado por los campos de representación de forma y apariencia social, como
indica por ejemplo la bio-politica de Foucault. El campo de representaciones o
espacio geométrico de Max Scheler o espacio mental metafórico de J. Jaynes es fácil
de ser nutrido con diversos contenidos administrados por distintos agentes externos a la dialéctica interna de la dinámica
colectiva. Si bien estas dinámicas sin ser genuinamente espontaneas, eran
reacciones marginales a los templos herméticos o elites cerradas, al “abrirse
los templos” (Matila Ghyka) a espectáculos dirigidos de adoctrinamiento para
todos, se puede entender el por qué el estado pudo haber sido un invento auspiciado
por el mercado y la banca.
Es
un proceso de falsa inclusión conocido, es sabido que la industrialización liquida
la tradición, no entendiendo tradición como la verticalidad coercitiva impuesta
por la elite hermética, sino los efectos y auto marginación que permitieron genuinas
expresiones de cultura. Si bien esta
resistencia es reactiva, permite espacios de exploración. La industria en
cambio, es industria cultural como estudio la Escuela de Frankfurt. La hacienda
contiene elementos que la entidad urbana no entiende. Los jesuitas pueden ser considerados
los más astutos de la iglesia, ya que sabían que mimetizarse en las mismas
culturas, introduciendo contenidos en las mismas formas simbólicas de las
distintas tradiciones, era mucho más efectivo como mecanismo de control, que imponer la fe a la fuerza con credos ajenos permitiendo
un paralelo de expresión e interpretación espontanea y popular de estos credos.
Así
en definitiva, la apariencia de un yo social – burgués – ilustrado e industrial,
prima sobre la experiencia social espontanea, ya que sirve a otro propósito mas
allá que ofrece la utopía del progreso bajo el alero de Dios. La filosofía de
vida es que se debe crecer siempre, surgir siempre… y existe en el contrato
social, una manera “correcta y sin culpa” de hacerlo. El problema es que con
este campo de representación, se nos hace dependientes de la misma idea
falsificada de felicidad para con otros desde uno. El motivo de vivir entre
otros es secuestrado, buscamos desesperados ser parte de un todo que nos fue
impuesto, porque no sabemos que también somos partes de otros todos que nos
fueron secuestrados.
Donald
Rumsfeld dijo:
Sabemos
lo que sabemos
Sabemos
lo que no sabemos
No
sabemos lo que no sabemos
Slavoj
Zizek agrega:
No
sabemos lo que sabemos
Me
quedaré con la última frase.
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