domingo, abril 18, 2010

“MIRO Y ME TOCO” ES BASICAMENTE LA OPERACIÓN QUE TIENE DESQUICIADO AL MUNDO.

























“MIRO Y ME TOCO” ES BASICAMENTE LA OPERACIÓN QUE TIENE DESQUICIADO AL MUNDO.


Se justifica los medios virtuales diciendo que lo virtual es algo palpable, que “toca” lo sensible en nosotros, incluso desde la distancia y desde una representación. Pero podriamos pregunatrnos: ¿Nos toca o nos tocamos?, ¿al igual como nos imaginamos, nos hablamos y nos escuchamos? Lo virtual, siguiendo este relato, también tiene distinción bueno y malo, lo que permite filtrar para tomar postura, todo esto claro en un espacio virtual de posturas. El mundo no nos toca, nos tocamos mirando al mundo, no tocamos el mundo, sino nos miramos y nos tocamos, hacemos la pega (metafórica en la menta y literal en el cuerpo) por la representación que se nos presenta, representación que gatilla como agente catalizador "sensaciones", sin hacer nada (imagen) o muy poco en el sentido digital (holograma). ¿voyerismo y masturbación? Siempre me llamo la atención la película animada “Fantasía” y esa idea de hacer visible la música. Quizás por eso dicen que un libro es mejor que la película, puede que el libro permite que se escapen mas cosas y en ese “accidente” la imaginación es más genuina y no inducida. Pero la verdad: "Nos conectamos con las representaciones que nos hacemos de las cosas", dice Francisco Huneeus.

Dice la medicina que el virus es un “rumor”, el cuerpo se enferma sin que nada lo enferme, es un mensaje que se propaga por el cuerpo. El placer podría ser un rumor, el cuerpo se excita sin que nada lo excite. ¿Pero que permite el efecto? La instalación de un paradigma mental en la cabeza, un fondo, escenario, matriz, red, que permite situar “figuras” que crean la operación: “las miramos- pero nos tocamos”, existe en esa aparente continuidad, una discontinuidad tediosa y trágica. Veo pero no toco, y en defecto me toco y satisfago. La ausencia suple con la presencia de “yo” el agente articulador de una falsa emoción con el mundo, yo completo el acto, si bien un acto practico, compensador e incluso muchas veces necesario… en rigor igual es desquiciado y neurótico. El desenfreno de este campo lleva al tedio relativista, pero la represión de este campo lleva a las psicopatías más torcidas, como por ejemplo la pedofilia. Incluso el canibalismo puede tener algún vestigio primitivo de comer el poder del enemigo (un otro) tan admirado, ¿pero la pedofilia?















Este modo de operar del “yo” esta tan instalado, que cuesta observarse, ya que mirar y tocarse, da mas “paz” (tranquilidad enferma), que dejar que el mundo nos toque. Esta sensación se justifica con la retórica y los modelos dialécticos, uno versus el otro. Extrapolando ambos: La reflexión puede llegar a un grado de tedio en que veo pero ya ni me toco, en un relativismo homogéneo que simplemente neutraliza (hace vegetal), y por otra parte el instinto puede llegar a un grado sicótico en que no veo y el mundo me toca (posee), en un absoluto de tensión que brota explosivo. Extrapolar ambas tendencias justifica lógicamente como bien lo inofensivo y como mal lo explosivo. Justifica que la naturaleza en estado permanente de premura o ser amenaza, debe ser congelada y predecible para ser anticipable… el otro en lo posible una foto neutra (de al imagen y semejanza que quiero ver como espejo o complemento de mi “yo”), para mirarlo y tocarme (metafórica o literalmente), sin que exista la mas mínima posibilidad que el otro me toque. Pero la verdad de todo esto: El que mira sufre, y el que toca goza. La masturbación es hoy al sexo, lo que antes fue el sexo en relación a una orgia, ¿curiosa intensidad dormida y torcida no? Ya que ver una orgia en su "pureza" que probablemente tuvo, es hoy muy dificil. Hay un morbo en el contacto que gusta pero asusta, ya que no fluye sin una roptura de intervalos del tedio a lo psicótico. De la lógica del conflicto y la contradicción hay que entrar en la lógica mas fluida y de conectividad.

Esto también se puede ejemplificar en la dualidad “la fantasía- lo practica”. En la fantasía me miro y me toco, invento un mundo que me da placer, de imágenes, ideas o formas a las cuales me conecto, pero nada hacen sobre el mundo. Materializar significa que miro y adecuo mi mundo (enmarco un campo para aplicar), lo coordino en lo real y afecto lo real sintiendo un poder sobre el mundo, los anzuelos que se tiran y me hacen articulador de redes (pescador de hombres-Mesías). Esta es una tensión con el mundo, manejar códigos, anticipar, posicionarse, escalar, emerger, validarse, que puede ser visto positivamente como articular, dirigir por una buena causa, mejorar las cosas, hacer del mundo un mejor lugar, etc. En este escenario ser “imaginativo y no concretar” por “adolecer” de herramientas practicas, es algo que se llama estúpidamente “inmadurez”. Lo complicado es que una “fantasía carente de elementos de concreción”, siempre es reactiva a una “carencia original (no pecado original)” que se resuelve al posicionar un patrimonio en el mundo. El campo, espacio o paradigma “Abstracto”,“ideal” o “noúmeno” de ser un anhelo o esperanza en la adolescencia (que carece), se torna un espacio útil para posicionar mi propio soporte, sea familia, empresa, patrimonio, sacerdocio, grado evolutivo, expansión mental o evolución espiritual. La carencia no se resuelve, se sustituye por un ídolo o representación arquetípica con la cual me identifico y sigo. ¿Y la carencia?
















De reactivo que anhela la utopía me transformo en pro-activo (de mi soporte) que ahora usa la utopía (y por ende la ingenuidad de otros que es parte de la crueldad). Madurar por lo tanto significa: Creer que he resuelto mi carencia. Y no solo eso, además me siento poderoso o compasivo cuando veo que alguien no lo ha resuelto (manifiesta su fragilidad), y creo incluso que si cae en mi sortilegio (pomada) le resuelvo su carencia, cuando en realidad no lo hago, sino que sólo atenúo mi propia incertidumbre significando su vacío y por ende el mío, dándole forma y nombre. Un extremo sádico: Un sacerdote que cree ha encontrado a Dios, abusa de la fragilidad de un niño, su soporte torcido aparentemente “resuelto”, es capaz de concluir que la fragilidad de un niño requiere de su respuesta degenerada.

¿Qué es el amor entonces en este contexto? Si sobrevivimos ante nuestra carencia de adolescente anhelando reactivamente la utopia, y luego construimos “un soporte” para evitar simplemente estar en el mundo usando la utopia, los otros son útiles a la validación de ese soporte que atenúa mi incertidumbre. El dicho: “Si no eres comunista a los 20 eres un insensible, pero si sigues siendo a los 40 eres un huevón”, justamente da a entender que con el tiempo esa “fantasía” adolescente de encontrar radicalmente un mundo mejor (utopia) por reacción a la carencia propia, paralelamente y en mas menos conflicto, es obligada a crear un soporte propio, donde la utopía se invierte y se torna útil a ese soporte que se conserva. La izquierda en este sentido esta condenada a transformarse en derecha ya que la idea es impotente a cambiar lo real y se va moldeando en el relato individual con una lógica aplastante. Y es justamente esto lo que defiende el neo materialismo, llegara a la raíz de esa trampa.

Es muy complejo ya que el hecho que se asume durante la vida, ser portador de una añoranza en el fondo impotente, hace de la memoria una compensación ilusoria del futuro incierto y no una fuente real de motivación. "Todo pasado fue mejor", no sirve para nada salvo lamento. El niño es nosotros no existe, representa eso sí, esa sensación del "busco por ya haber encontrado", una paz originaria a la cual nos volcamos "para no olvidar" lo que da sentido al futuro. ¿Que es esto? Si la pregunta del futuro, lleva implícita una respuesta del pasado, lo que se llama "construir nuestra libertad" es el más cruel de los determinismos inventados.

Los jesuitas tienen un decir: "Deja tu hijo conmigo los siete primeros años, y lo formo irreversiblemente." Cuando paso por un Mcdonald's, inevitablemente evoco la cajita feliz. Hans Jonas dijo: "Sólo la vida puede conocer la vida", ¿De ancianos luego del ímpetu soberbio de la "autonomía", volvemos de ancianos a conciliarnos con esa semilla infantil, implantada en algun punto de la "eduación formal"? Los niños deberían educarse con el amor de su madre en casa y aprender oficios con su padre, como era antes. Esto es impensable hoy. Nos atrapan de niños en una linda fantasía, que se quiere socializar de adolescente y nos damos cuenta de adulto que no se puede y construimos nuestro propio soporte, para llegara a ancianos y volver a anhelar lo "supuestamente originario". Que triste círculo vicioso.

¿Cómo hacer del pasado impotente una motivación real que haga hoy y ahora?

El dicho: “primero hay que amarse uno para amar a los demás”, tiene de cierto que parte de “uno”, pero: ¿parte del soporte-yo o la fragilidad incierta de uno? (Con fragilidad no me refiero a una imagen lastimera y martirizada de uno mismo que se entrega como el católico culposo.)
















Estar en el mundo y sentir la fragilidad mas egoísta y auto centrada, revela paradójicamente un signo para conectar con otro, en cambio estar posicionando un soporte en la utopía, es un eterno acuerda o desacuerda con otros, “todo es negociable” tiene sentido en ese marco. Los otros y bien todo se articulan y proyectan a un campo de la teleología, ¿el infinito? El infinito justamente permite esa utopía que se va masticando en el tiempo, que va tomando otros sabores y cobrando otros significados de esperanza a desilusión.

La belleza no es crear una bella forma para persuadir o encantar desde un “centro” a un público allá, sino repentinamente encontrarse al margen de todo, y mirar a otro desde allí. Balzac dice que la vida esta en los márgenes. Creo que todos hemos vivido esa experiencia, que aparece en los lugares mas insólitos, que dura lo que dura, que es sutil pero puede ser intensa. El mundo en algún grado, vive corriendo y persiguiendo escaparse de esto, ya que prefiere creer que se tiene algún grado de control sobre el mundo y su soporte-yo lo va a resolver, aunque sea un mundillo donde nadie real habita, en la burbuja donde miro pero no toco sino que me toco. Lo gracioso y triste es que la “libertad” es seguir haciendo esto voluntariamente cuando uno se libera de la necesidad mas “básica” de “sobrevivir para comer”. Aunque se dice que la derecha actúa por voluntad y la izquierda por necesidad, nos damos cuenta que esta necesidad básica nunca se satisface y que lo sofisticado es una manera de justificar, a pesar de la forma, que hay que seguir adentro del laberinto. Esto hace que la pirámide de Maslow no sea más que un chiste, lo básico puede ser la misma autorrealización, por sofisticada que parezca, igual es básica. Las necesidades infinitas y los medios escasos nunca satisfacen la ecuación.

Se sobrevive a no vivir esos “lapsus” en el fondo envidiables, ya que a diario la gente se conmueve con ver esto en las películas pero no en su vida, para eso no hay tiempo, hay que aparentar estar en cosas importantes que a nadie realmente le importan, cada uno es una contradicción y como colectivo somos cómplices de ese secreto. El que intenta desenmascararlo es condenado por amargado, el que intenta seguir sublimándolo con “novedad” es un dios salvador.





















Es como llevar los sentidos a un “espacio” de imaginación (en que somos una representación, la mascara de la personalidad), donde al percibir no estoy en la crudeza de lo real, sino situado en un campo imaginario que nos aúna a todos y nos hace converger a un mismo centro, viviendo una tensión neurótica que nos hace creer que crecemos (informandonos) sin darnos cuenta que nos degradamos y cuadramos. La única receta que realmente serviría es justamente la que no se da a conocer: sentir la angustia existencial lleva a revelar un signo para conectar con otro, una lectura fugaz, una paradoja. Otra trampa del paradigma es cuando se confunde esta angustia existencial con una carencia o amenaza concreta, como por ejemplo la pobreza o una guerra. El signo que se despliega aquí para conectar con otro, es de sobre vivencia, de articulación colectiva para defenderse del monstruo, de la tempestad o el hambre como lo hacen las hormigas incansables. Los pueblos primitivos generaban estas articulaciones con la “sobrevivencia” pero esporádicamente, las civilizaciones complejas en cambio, tienden a estar permanentemente en esa articulación de sobre vivencia, siempre amenazados por algo, en la necesidad de conquistar todo. Si bien se puede explicar que los sacerdotes o elites usan estos pretextos para mantener atrapados a sus pueblos, creando e induciendo la necesidad para mantener el control, ¿que los motiva a ellos mas allá del poder con otros? ¿Qué genera esta necesidad torcida?

La magia y naturaleza “inter” mundo, se confunde con el poder “intra” mundo.















La intuición como ejercicio de revelar (abordar) los fenómenos de la naturaleza, se vuelca al ejercicio (impotente) de revelar los signos del misterio. Creo que el intento de acceder (no estar ante él) sino acceder al terreno de lo inasible, misterio o vacío, crea una distorsión en los sistemas de lenguaje respecto a la revelación de los signos abstractos fuera del orden de la naturaleza. Unos están efectivamente “entre” la naturaleza y podemos anticiparlos para sobrevivir, pero otros están “dentro”. Este hecho de la sed por abordar el vacío y habitarlo, crea una nueva realidad, que permite simular el misterio y exportarlo (literalmente un dios de exportación ¿arca de la alianza?), y así acercar algo lejos, ejercer el control anticipando ahora, no sólo los fenómenos de la naturaleza, sino además los dioses tutelares de cada lugar. Esta operación toma muchas formas, sea figurativo (hindú) o abstracto (árabe). Cuando se habla de lo indoeuropeo, creo que puede tener relación al pueblo proto-indoeuropeo originario del oriente medio, que se extiende desde España a la India en la Edad de Bronce. Esta simulación del vacío, se mimetiza en cada contexto, cargando un elemento común: Encubar hasta la medula, la necesidad imperativa de difundir inter-mundanamente su dios o dioses, sea antropomórfico del padre o agnóstico de musas, lo absurdo es creer movilizar una representación de manera inter-mundana, cuando esta en cada lugar de manera intra-mundana. Estamos entre una misma natualeza, pero no bajo un mismo dios. Cuando hablo de dios es uno de mil formas y manifestaciones, pero que es parte de un mismo soporte abstracto.
















La imagen o representación cualesquiera se sitúa en un espacio paralelo al de la realidad. La imagen como figuras cualesquiera debe tener también un fondo o soporte abstracto. Nosotros vemos las figuras, pero el soporte no, y en eso radica la aparente libertad de la figura.

El poder de ese campo que acoge representaciones, es que permite que los ídolos que se posicionan en ese soporte abstracto, permite a su vez que los grupos (que anhelan ese ídolo) se sincronicen respecto a esa representación, esos ídolos son un foco que mueve a la convergencia y lucha por posición respecto a ese foco (tipo materialismo formal de Weber quien plantea que la lucha es por algo más complejo que la economía). Existe un foco más menos hegemónico por el cual todos luchan, ya casi no queda luchas entre focos o dioses salva irónicamente en el medio oriente, donde todo esto comenzó.

Esta toma de posición en el nuevo “foco”, de parte de uno respecto al resto y auto-difusión de esa toma (validación personal), de alguna manera atenúa la incertidumbre y da paz al uno respecto a los otros. Esta dimensión abstracta crea así un sentir “sintético y esencial” de unidad con los otros, que no es más que una ilusión de sentirse parte importante y articulador necesario de ese foco “inter-común”, que si se lleva al extremo irracional es simplemente un síndrome mesiánico. Es también platónico en el sentido que el sentir placer no es vivencial sino imaginario. Esa idolatría hacia una representación de otro o uno mismo, es un artificio construida sobre un continuo geométrico que “salva” la brecha o vacío existencial, anticipando una visión imaginaria articuladora de un puente (metafóricamente hablando) que permite abordar la angustia del discontinuo ante el mundo abstracto que siempre existió allí en paralelo. Nos vincula por medio del artificio (herramienta-yo) con algo que antes no nos vinculábamos.

El artificio cambia, de estar sobre una extensión sensible discontinua e “intra” pasa a estar sobre una geométrica continua e “inter”. Este artificio primitivamente era la manera de anticipar una amenaza real en el mundo, para lograr una sobrevivencia efectiva pero sutil sobre las extensiones sensibles del mundo de los fenómenos. La intuición de los fenómenos, su noción concreta y conmensurable para un vínculo armónico, era propio de la función bella de forma, la proporción ante el mundo físico como la manera de vínculo “entre” las cosas era el sentido de la técnica (confección del artificio). La amenaza real o evento fenoménico era esporádica. Estar alerta y saber leer el mundo, era una visión al mundo en que el ojo se extendía en el cuerpo aunando los demás sentidos. La intuición podía anticipar los fenómenos, develar sus patrones y números, como una manera de entender y cohabitar en el fenómeno como lugar. Esto no salvaba sin embargo la existencia de vivir, ya que la intuición tiene relación al ínter vínculo y no los misterios del intra-mundo.

Existió alguna vez, por lo tanto una dimensión paralela a esta concreta, inhabitable e inabordable, una que aparece y emerge en sentires difusos de los dioses sin forma. Ante este misterio no se podía hacer nada y los pueblos sabios lo sabían, hay cosas inasibles y punto. Mircea Eliade lo expresa en su obra, en que dice que los dioses supremos de los primitivos están desprovistos de culto, considerados dioses lejanos, pasivos e indiferentes verdaderos dii otiosi. Se puede manifestar esta condición pero no revelarla ni menos resolverla con pretensiones como la iluminación, salvación o “conciencias causales”. Esto simplemente no se toca, ya que creer hacerlo es en si una ilusión.


















En varias culturas estos supremos fueron reemplazados por dioses de otra categoría (menor), más cercanos y antropomórficos, vinculados de manera mitológica a las causas de los fenómenos, por tanto ahora representables a imagen y semejanza de la realidad concreta. De ser los causantes de las catástrofes o ataques esporádicos de lo natural ante lo cual se estaba determinado (destino de Edipo, no el freudiano), pasan a tomar la posición de una amenaza permanente en torno a la cual se puede tener ahora algún grado de responsabilidad en el despliegue de la acción que viene de ese abstracto antes inasible e inabordable. Las claves que la intuición encontraba en los fenómenos se usan como analogía para intentar descubrir las claves de la existencia. Al no ser esto posible nace así, la contradicción de anhelar lo prohibido, sabiendo el inconsciente que esto es imposible, como dice Maurice Blanchot: “La imagen atrae por la muerte que hay en su señuelo.” Ser trasgresor de una prohibición, para lograr una posesión que no sacia ya que no existe, sólo en apariencia (ilusión, maya), se curte así un instinto insaciable de la bestia que no come por hambre (o sobre vivencia) sino por la sed de poseer el artificio de poder que pueda influir en las causas de esa dimensión inasible y salvar de la duda perpetua. Pero nunca termina.

Robar la llama a los dioses, hacer lo que nos dicen no hacer, nombrar o intentar nombrar lo innombrable, palos a ciegas que sacian temporalmente (ilusoriamente) un deseo infinito. Se llega a creer que se puede tener algún grado de decisión en esa dimensión y por lo tanto si no se tiene ese grado de decisión, nos culpamos por ello, entramos en el círculo vicioso de la pena eterna, la deuda con un dios que nosotros mismos inventamos y ciertos administradores pretenden mantener. Una voz que nos recuerda que somos responsables por esa angustia que ellos mismos nos crearon, un virus, el pecado original, el karma, póngale nombre al fantasma.
















Esta imagen que atormenta, nos obsesiona por existir la convicción que se puede hacer algo para definir nuestro destino después de la muerte, incluso el destino de otros, en el caso de Cristo el Mesías (un ejemplo a seguir), que al morir abrió el cielo para todos. El instinto de poder más básico, puede tener relación con pretender ser administrador de esta “participación” masiva o de otros ante el misterio de la vida, médium o intermediario. La economía crea necesidades infinitas en que se supone los medios son escasos. La frustración es latente y asumida. Hay que ganarse el pan con el sudor de la frente, la existencia logra ser una manipulación. Se abre un anhelo imposible de realizar, encubando lo que Nietzsche llama la “mala conciencia”. Aunque esta modalidad de decir “no” para que se caiga y se culpe cuenta con administradores, es una “naturaleza” violenta, que se escapa con facilidad y cuesta saciar. El paganismo, los pactos o mandas por sacrificio y dolor, tienen un costo a la administración de la fe, aunque el instinto de poder que encarno el reciente neopaganismo hitleriano, inspirado en los romanos y Nietzsche, tiene un grado de explosividad y peligro, que hasta hoy pagan culposos los alemanes y ha servido como enemigo imaginario a los gringos y su ilustración racional.

La manipulación de este artificio por parte de una casta sacerdotal tergiversa la noción del mundo con lo que Berman llama el complejo de autoridad sagrada. La representación abstracta de la amenaza virtual, anticipa la visión de la amenaza real. Los ojos ya no ven el mundo en su crudeza viva, sino una representación de él. Los ojos no están afuera, se van para adentro, miran pero desde un prisma desencantado (Weber) la naturaleza y su desplegar, anhelan así su inercia y no su dinamismo, anhelan su control y no su vivencia. La sobrevivencia esporádica afuera, se sustituye por la sobrevivencia permanente adentro, escapando de todo, incomodo en todo, en éxodo, en persecución eterna, cargando el pecado eterno como un mártir hipócrita que sabe que por lo contario, en esa misma compasión que genera radica su poder. Sentirse culpable del fantasma abstracto que ronda eternamente como un ángel asesino, lo hace el débil poderoso de Nietzsche o la explicación del concepto de inercia polar de Virilio.















Los ojos que veían el mundo real se pusieron un prisma. El instinto de sobrevivencia de reacción ante el mundo vivo como una fatalidad y tragedia, ve por lo tanto en la cristalización de lo natural (fijación) una posible salvación. Al establecerse un vínculo “deseado y odiado” con la representación abstracta antes inasible, ahora hace de la misma naturaleza un medio útil para defenderse de esta amenaza o naturaleza tergiversada. (¿La huida del paraíso?).

La intuición significaba que una entidad (no quiero usar el concepto individuo) accionaba en una naturaleza dinámica, viva, desplegada, y su vinculo directo con este medio natural (fenómeno vivo), llevaba este “aura” a la vivencia del colectivo como una energía, que una vez ante el colectivo, revelaba en “colectivo” ese abstracto inasible u otra energía misteriosa de lo “intra”, que aparecía “entre nos” desde un “intra nos”. La comunión intra-grupal se nutre de ese misterio en simbiosis con la experiencia “de entidad” de naturaleza. Sin embargo en estado de guerra o amenaza, esa energía individual sincroniza con los otros en esa misma energía natural para un funcionar efectivo de sobre vivencia ante el medio. Esta eficiencia de articulación no tiene relación a la “intra” comunicación, sino, es más bien una manera de responder colectivamente ante una amenaza (hormigas) o fluir con el mover de la naturaleza, cardumen, enjambre, jauría, manada, bandada. La filosofía oriental como el kung-fu tiene relación a esta lectura y movimiento intuitivo de y con lo natural, la mazamorra interpretativa “new age” del espiritualismo oriental posterior, es otro cuento. ¿Quién fue el que intento joderse a la abstracción y luego fue jodido por ella? ¿Los indoeuropeos? ¿Los judíos y griegos?




















Esta intuición de la entidad (ante el medio) en simbiosis con el sentido de la revelación colectiva (misterio abstracto invisible, lo que Berman llama la paradoja), se invierte. La intuición que se entregaba al misterio del colectivo, hace del colectivo una plataforma para su cristalización (yo) como entidad (Hume). ¿Porque? Por la obsesión de establecer un pacto o alianza con el vacío que despierta instintos e irracionalidad. Hay que entender que el virus lo instalan los administradores del poder, pero una vez instalado funciona sólo. Un programador deja corriendo el programa.

El prisma o artificio que abre la posibilidad del misterio, se instala directamente sobre los sentidos, y la naturaleza humana cae en un ensueño de fatalidad y culpa. Como respuesta la entidad ejercita el instinto de sobre vivencia ante su mismo colectivo del cual ahora teme, sospecha y duda, pero contradictoriamente aun ama. El dolor es un anhelo de comunión pero con base de odio, ya que la droga de misterio ha tergiversado el vínculo tanto individual como colectivo.

Las entidades (unidades solas: individuos) establecen un vinculo directo con la naturaleza, que los carga de un poder para con el encuentro colectivo en donde se revela el lenguajear (Maturana) de uno ante otro, no de otra manera. La poesía como la lengua revelada (no instrumental) encarna en los cuerpos, un misterio que emerge de uno en la presencia de otro, insospechada. La analogía creada de esta relación individuo-naturaleza con individuo-misterio, rompe la revelación colectiva y crea una tormenta individual. No creo que este dolor tenga relación a la “falla básica o brecha de Lacan” de la infancia, sino con una manera de vincularse al mundo ahora, irreversible por la manera en que esta configurado. Esta tormenta individual de instinto insaciable (en su máxima expresión) o instinto de poder (Nietzsche), despierta arranques insospechados y genera caos y distorsiones destructivas y dañinas. Requiere inevitablemente de rompimiento y conflicto, de guerra. Esto no sólo lo ha dicho Nietzsche, sino también Kant.





















Este instinto descarnado de ciertos pueblos, siempre tiene maneras de ser domado. El prisma que actúa sobre impresiones reales del mundo, se puede orientar o encausar a sublimarse en ilusiones o fantasías fuera del mundo, en un paradigma (cristalización) de la civilidad más desquiciante. Y así se construye la clásica imagen, de una superficie en calma, con un subsuelo latente de delirio de poder, esperando acechar. La crueldad en este escenario es inevitable. Nietzsche tenía razón sobre la crueldad, pero no creo que nuestra naturaleza originaria tenga relación al instinto de poder. Comparto sin embargo que el instinto de poder es el origen (genealogía) o anterior a la mala conciencia (antítesis) y el ideal ascético (tesis). Pero hay algo anterior.

Por lo tanto la cristalización como representación puesta sobre un escenario (origen de la reflexión), es una reacción y respuesta al instinto de sobrevivir la tragedia, tanto en su modalidad irracional pre- judeocristiana o pagana (instinto de poder al cual se le teme), como su vertiente culposa judeocristiana (mala conciencia que nos hace sentir la culpa). La cristalización permite posicionar una representación en un espacio abstracto que libera de ambas tragedias “egoistas”. Se crea un transito también imaginario desde la naturaleza, ahora una amenaza permanente (el mal como criatura de la natura, antitesis), hacia la luz o salvación (el bien como hijo de dios o servidor, tesis reactiva al antitesis). Todo converge y se concilia, y en la medida que así sea, crea sentimiento de paz. Esa paz es simplemente llevar los “focos de dioses inter-mundanos” en pugna irreconciliables, al concilio originario, a esa matriz indoeuropea que los llevo hasta allí. La operación de “divide para gobernar”, se puede entender como: crea una mixtura sólo reconciliable desde mi paradigma de la abstracción pura. Todos los focos volverán hacia mi, ¿bastante profético no?

















Lo zoroástrico es la base de todas las religiones, esa necesidad de ir del aquí (intra) al allá (inter) que acusa Ortega en sus Meditaciones de Europa acelera este infinito en construcción. Esta dialéctica (pugna de focos reducidos a dos) se salva por el infinito del cual habla Góngora, es el concepto cuando “se abren los templos” de Matila Ghyka. Es la conclusión lógica del juicio sintético a priori de Kant, es el busco por ya haber encontrado de San Agustin, es la pregunta que lleva implícita una respuesta, es el salto quántico que va de “dimensión” en dimensión, de espacio a espacio… ¿En evolución? No, porque no esta nunca en suspenso, en interrogante, en silencio. Querer menos es lo mismo que querer más, se quiere algo, no se trata de querer ser un asceta, por algún motivo, por algún impulso del miedo y necesidad de movilizar un dios que creo ser o encarnar.

La intuición enfrenta la amenaza natural (o prefiero decir presencia) sin miedo, esta en suspenso presente ante el mundo y las cosas, el instinto en cambio es un impulso motivado por el miedo, que se escapa y reacciona del miedo al mundo. Esa intuición de la entidad individual es la diferencia con el instinto animal, y existe para revelar en colectivo el misterio y no para “su” propia evolución o salvación. Argumentar la “evolución personal” como “el camino” es una manera racional y científica de justificar su raíz irracional: la necesidad de salvación. Es incluso peor, ya que es frívola, intelectual y carente de asumir la fragilidad humana. La devoción popular esta mucho mas cerca de abordar la raíz del miedo, que las sectas elites seudo espirituales, por mucho que los círculos de intelectualidad que simpatizan (masonería) crean lo contrario. Como decíamos, Balzac dice que la vida esta en los márgenes, los administradores de la fe de esta devoción popular (iglesia), están mas lejos que nadie de esa raíz del miedo, ya que ese instinto torcido crea procesos irreversibles de vinculo con otro y degeneramiento de la percepción con lo natural del mundo. ¿Tendrá que ver con la reclusión en especialidades abstractas como monasterios o seminarios, las cárceles por opción? Monasterios como laberintos, en que la salida es dios, el hilo dorado la biblia y los curas degenerados el minotauro.

Mientras la masonería es tendiente a esa culpa protestante que bien plantea Nietzsche, la jerarquía católica tiende a ese instinto descarnado manifestado en la inquisición y hoy acusado en la pedofilia.















Aquí quiero introducir un ejemplo para la contingencia, que tiene relación a la derecha e izquierda. El instinto de poder por lo tanto (orgullo del poderío irracional y base del señor feudal), es la instancia previa a la mala conciencia (fatalidad racional y culpa base del siervo). Por eso los discursos épicos y heroicos de la derecha irracional (Nietzsche) y los análisis historicistas de la izquierda racional (Marx). Lo confuso concilia: es el ideal ascético de Kant y su belleza desinteresada, que evoluciona del juicio sintético a priori a la dialéctica de Hegel, en corto la sistematización del camino al absoluto. El absoluto para mi es sinónimo del infinito, que según Góngora es la base original del pensamiento europeo. Es un paradigma sin aparente circunferencia o centro, que todo acoge y aúna, siempre mientras la naturaleza este en “premura” dice Morris Berman.

La causa desinteresada se alimenta del aliento mutuo ignorando su absurdo.

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