viernes, diciembre 08, 2006

IDEALES: CALUMNIAS AL MUNDO.


















IDEALES: CALUMNIAS AL MUNDO.


Resumen: (¿Es el ideal actual una calumnia al mundo?)

Este trabajo fue presentado en Marzo del 2004, con el cual tuve la suerte de abrir el encuentro interdisciplinario: “Identidades en Chile”, organizado por la Escuela de Antropología de la Universidad de Chile.


Esta artículo, esta inspirado en una discusión teórica y filosófica cruzada por una reflexión sobre la cosmogonía mapuche, donde lo mapuche es tomado como un ejemplo de un tipo de asentamiento de “lazo primordial”. (Geertz, 1963).

Se busca establecer un paralelo entre: Kant, representante de una cosmogonía o vertiente oficialista y racional de occidente y Nietzsche, representante de una cosmogonía considerada genéricamente irracional. De ambas, se elabora un modelo basado en las cuatro antinomias de Kant, donde se incorporan temáticas de “La Genealogía de la Moral” de Nietzsche, con el objetivo de confeccionar un modelo gráfico como posible escenario de especulación y libre interpretación.

En este modelo se vincula a Nietzsche con el mundo mapuche y a Kant con occidente, buscando elaborar una problemática que no defienda una narración puntual o específica de identidad argumentable como hecho concreto, sino que construya un escenario grafico o modélico, donde se vean dialogar dos entes “hipotéticos” acerca del: ¿Amor a la tribu o Amor a la Patria? (Gutiérrez, 1997).

¿Es el ideal actual una calumnia al mundo?

(Pregunta basada en una sentencia de La Genealogía de la Moral de Nietzsche, libro que según Deleuze “ha querido rehacer” la Crítica de la razón pura de Kant.)

“Los morfólogos de la cultura, dicen que la cultura europea se define por tener como símbolo primario el espacio infinito.” (M. Góngora.). Europa proyectó esta utopía en América, contraponiéndola a cosmogonías locales como la mapuche. En el accionar occidental, es inevitable la tendencia de la razón de reducir lo real a lo idéntico, un proceso de síntesis que induce a identificar las cosas con ciertas representaciones y no como cosas en sí (persistiendo en su impresión), donde la identidad queda “asegurada” en un supuesto “allá” del espacio infinito; allí los cuerpos (cosas en sí) se hacen esencia-significado una vez despojados de toda propiedad sensible-significante. Haciendo de esto una analogía con asentamientos humanos, se puede decir que cada “Ethos” cultural particular, de dioses tutelares y comunión tácita (no verbal) e intragrupal (E. Hall), es sometido a las categorías universalistas de la racionalidad formal (M. Weber), que lo sitúan con respecto a un macro contexto de sociedades formales e intergrupales (proyecciones abstractas sin cohesión real.)

Un ejemplo paradigmático de esta modelación es la empleada dentro de la critica kantiana del sistema de las ideas cosmológicas en la “Dialéctica Trascendental” de la “Critica de la Razón Pura”. Kant habla de la antinomia de la razón pura, la cual consiste en usar ideas trascendentales con el fin de obtener conocimientos relativos al mundo. Según Kant hay cuatro (4) antinomias de la razón pura, donde cada una presenta un conflicto entre una tesis y una antítesis (8.). Concluye que las dos primeras son falsas y los dos últimas verdaderas, (será explicado.) Mi objetivo es cuestionar esta cosmogonía por medio de una modelación, que sitúa las que Kant denomina falsas, como un posible ordenamiento de tabúes inconexos de la reducción oficialista. Subsuelo donde las meras verdades de la opinión común podrían ser paradoja reveladora para realmente legitimar una identidad “otra” como la mapuche.

(Hago ahora un esbozo del modelo “fuera de bases”, incorporando en sus dos primeras antinomias “falsas”, categorías de la cosmogonía mapuche. Hay una propuesta de forma, geometría y color que no es arbitraria. En el caso de ser seleccionada, se desarrollara la explicación de las antinomias y el modelo.)

PRIMERA PARTE: ESPECULACIÓN.

¿Es el ideal actual una calumnia al mundo?

Esta pregunta esta basada en una sentencia de Nietzsche en su libro: “La Genealogía de la Moral”, donde según Deleuze, ha querido rehacer el libro de Kant: “La Critica de la Razón Pura” ( Deleuze, 1986).

La piedra angular de la filosofía de Kant, a veces llamada filosofía crítica, está recogida en su Crítica de la razón pura (1781), en la que examinó las bases del conocimiento humano y creó una epistemología individual. Kant ha tenido mayor influencia que ningún otro filósofo de la era moderna. La filosofía kantiana, y en especial como la desarrolló el filósofo alemán Friedrich Hegel, estableció los cimientos sobre los que se edificó la estructura básica del pensamiento de Karl Marx. El método dialéctico, utilizado tanto por Hegel como por Marx, fue un desarrollo del método de razonamiento articulado por antinomias que Kant aplicó. Dentro de la crítica kantiana del sistema de las ideas cosmológicas en la “Dialéctica trascendental” de la Critica de la razón pura, Kant habla de “la antinomia de la razón pura”, la cual consiste en usar ideas trascendentales con el fin de obtener conocimientos relativos al mundo (cosmos).

Por otra parte Nietzsche, en general, se complace en subrayar la insuficiencia de la concepción kantiana de las antinomias: Kant no entendió ni su fuente ni su verdadera extensión (Deleuze, 1986). “La fuente de la antinomia es la mala conciencia”. “La antinomia se expresa como oposición de la moral y de la vida” (Nietzsche, 1887). La segunda disertación (Antinomia del mundo o “Culpa y Mala conciencia”) de La genealogía de la moral, considerado el libro más sistemático de Nietzsche o de continuidad ensayística en contraste al estilo aforístico del resto de sus libros, subraya a su vez que la mala conciencia no es separable de “hechos espirituales e imaginarios”. La mala conciencia es por naturaleza antinómica, al expresar una fuerza que se “vuelve contra sí misma” (antítesis) y entrega su voluntad (a una tesis). En este sentido, se halla en el origen de lo que Nietzsche llamará “el mundo invertido”. “ Dios se piensa a si mismo, pero sólo puede hacerlo mediante la representación de su antítesis”(Nietzsche 1878). Surge como lo reactivo, no lo activo, una ilusión surgida de un temor.

Lo que implica pasar por el punto de vista dogmático para alcanzar el crítico, se llama trascender del primero para llegar al último; por esto se da a la filosofía crítica de Kant un nombre antes no usado; trascendental. La idea kantiana de que las cosas se pueden adaptar a la conciencia y no la conciencia adaptarse a las cosas, por suponer que el espacio y tiempo son dos formas de nuestra conciencia anteriores a cualquier experiencia, ha hecho creer que la razón puede marcar la percepción sensible del mundo de los fenómenos y reducirlos para el uso de la ciencia práctica, como también abrir el pensar inteligible del mundo de los noúmenos y liberarlos para el uso de la ciencia especulativa. Este tránsito desde la independencia del determinismo fenoménico hacia una libertad numénica que Kant plantea como “una salvación”, es para Nietzsche el “miedo del hombre de asumir su perversidad o naturaleza e inventarse una esperanza”. El hecho que se comprenda la posible utilidad de un fenómeno, en este sentido como una condición aceptada para trascender, no quiere decir que se ha comprendido aún su génesis. “En la finalidad demostrable de la utilidad de una cosa, no se halla también la razón de su génesis” (Nietzsche 1878). Para Nietzsche el acto surgido de la voluntad de poder es un motivo genético e instintivo, pero surgido de una voluntad entregada a una causa ajena e inventada, que sirve o rinde culto a “un otro”, es un propósito de trascendencia ilusoria. La genealogía es el despliegue de un acto presente y originario, la génesis de Kant, es el re-encuentro en el futuro con un pasado ya común. “Encuentro por haber buscado, pero. ¿Busco por ya haber encontrado?” (Agustín)

Esto quiere decir por ejemplo, que la condición ética asumida por un individuo (“ética de la obligación”), condición que reduce el despliegue autónomo e incierto de los actos espontáneos de su voluntad, sirve como instrumento útil para trascender o emprender camino hacia un “supuesto” que tan sólo es una creencia o idea a la cual se entrega con fe ciega, impulsado por un anhelo de sociedad, representada en códigos de justicia (ética del orden moral) y cánones de belleza (estética del orden divino), manifestados como un “imaginario impersonal, formal y escenográfico”, donde el individuo intentará “hacer para ser en lo macro”, donde un orden “natural”, el campo de un devenir y tránsito, se plantea como “entre” lo moral y divino. Esta operación no puede ser llevada a los núcleos más íntimos, en tales casos, esas condiciones formales pueden no aceptarse y el individuo puede entregarse al despliegue autónomo de los instintos, porque será mágicamente regulado por un afecto tácito del cara a cara ante un otro, y podrá “estar por existir en lo micro” respecto a su clan o tribu, donde no existe una representación formal y codificada de sociedad, sino un alma o comunión mágica e intragrupal (Hall 1986). Si esta escala acotada no existe, y hoy no existe, no encontrará tal soporte afectivo y morirá en el delirio del poder, como un loco sin lugar, desbordado. Creo que la voluntad de poder sin un soporte de afecto real y escalado, genera el arrebato de imperios del “progreso” y ley implacable, como pensaba Nietzsche que debía ser: “ La muerte pertenece a las condiciones del verdadero progreso” “Un progreso se mide por la masa de todo lo que hubo que sacrificarle.” La voluntad de poder sin lugar y que apunta hacia la extensión sin límites, es megalomanía. La voluntad de poder, con lugar, es paradójicamente el valor a poder renunciar y ser capas de morir por ese lugar o tierra. “Hasta ahora no se ha sabido morir con la muerte noble ... para no vivir muriendo siempre” (Lautaro s.XVI). Esto significa ser capas de destruir mi yo (conciencia atomizada) por la tierra (lugar acotado y amado), para encarnar en mi y regalar a ella, un dios desplegado en mí.”La inteligencia no es tan esencial como lo son la perfecta seguridad funcional de los instintos inconscientes reguladores” (Nietzsche).

Esto creo es opuesto al occidental, que construye un yo (separado del aquí) para imitar un dios (inventado en un allá). Paradójico: La noción de un lugar infinito o caótico lleva a la construcción de un yo atomizado indispensable para tal causa, de liberarse en un allá supuesto donde imagina (visualiza y especula) un alter ego con el cual pacta y alivia; el lugar acotado en cambio, permite el despliegue de una voluntad interna y sana, porque simplemente lo acoge (se siente). La ciudad moderna hace uso y abuso de lo audio – visual, que ha llegado a anular y no aunar los demás sentidos. El cuerpo se atrofia y la mente intoxicada somatiza en el cuerpo.

Si esta necesidad intragrupal de un individuo es reducida como lugar y sometida a los engranajes del libre mercado y obligada a identificarse con un rol para ser “útil” con la totalidad mayor (globalidad), como lugar pierde el motivo de su origen, para proyectarse en la búsqueda de una posición en el mundo como categoría. Esta posición se alcanza, aceptando los códigos intergrupales (no intragrupales), donde la extensión sensible y próxima de sentirse discontinuo ante el mundo en un saber íntimo y real del aquí, se transforma en una extensión cartesiana en fugas infinitas de creerse en un continuo para entender el movimiento y poder posicionarse en la red global del allá. De “saber que lo siento”, el mundo me ha hecho “creer que lo entiendo o puedo llegar a entender”. Conviviendo desde una disposición afectiva básicamente, para Heidegger frente a la res extensa, esta la espacialidad del Dasein: situación humana finita que comprende espacios cualitativamente diferenciados, en lugar de un espacio geométrico homogéneo que llevaría a un cosmos infinito del supuesto oficial. El Dasein es algo como el "lebenswelt": mundo de la vida según Husserl. “El pensamiento no es algo interior, no existe fuera del mundo y fuera de los vocablos" (Merleau-Ponty 1960).

“El espacio originariamente es muy distinto para un hombre que para un geómetra. Scheler reconquisto el sentido primario del espacio como algo humano y no geométrico. En efecto, desde el sitio donde en cada momento estoy todos los demás sitios del mundo se organizan en una perspectiva viviente, dinámica, de tensiones emotivas – la perspectiva cerca-lejos. Lo que deseo por ejemplo, esta lejos, pero esta lejanía no es una distancia geométrica, sino una distinción sentimental, es un estirarse doloroso de mi ser hacia aquel lugar remoto (Amor a distancia de Herder). Viceversa, algo que es peligroso o que queremos desterrar esta cerca. ” (Ortega 1960).

Es el deseo de que lo lejos se convierta en cerca y lo cerca se convierta en lejos. No se acepta la situación de las cosas en el espacio y se tiende a negar la estructura mágica de este, estructura que Kant reduce a condiciones o hechos fenoménicos ( en lo innato del espacio – tiempo, que incluso Hume negó como posibilidad) que sirve según Nietzsche como argumento reactivo, como tarimas a la trascendencia. Kant ha dado la solución al problema de la relatividad del fenómeno en el mundo: ha sistematizado en un discurso filosófico sin precedentes, la posibilidad de un allá, haciendo del aquí un medio útil a esa causa mayor, “Respetando la ley moral, actuamos en libertad”. Kant es considerado por estas visiones uno de los padrinos de la ONU. Los escenarios humanos (ciudades de estados modernos) sistemáticamente se han transformado en plataformas útiles de proyección y difusión, mas que lugares de afecto y complicidad. Esto creo es por el hecho de que el cada “individuo” ha sufrido una transformación : Ha atrofiado las habilidades empíricas de gozar la comunión corpórea y ha liberado en un “campo especulativo”de consensos del derecho, la dimensión metafísica de encarnar la revelación mítica, deber de cada individual existencia. Este es el éxito de Kant, asegurar la unidad de dos mundos, construyendo un puente de empates, que paradójicamente genera lo que Nietzsche llama la “inversión”.


















“Los morfólogos de la cultura, dicen que la cultura europea se define por tener como símbolo primario el espacio infinito” (Góngora 1988). Europa, proyectó esta utopía en América, contraponiéndola a cosmogonías locales como la mapuche. En el accionar occidental, es inevitable la tendencia de la razón de reducir lo real a lo idéntico, un proceso de síntesis que induce a identificar las cosas con ciertas representaciones y no como cosas en sí (persistiendo en su impresión sensible), donde la identidad queda “asegurada” en un supuesto “allá” del espacio infinito; allí los cuerpos (cosas en sí) se hacen esencia-significado una vez despojados de toda propiedad sensible-significante. La experiencia posible como ente real desplegado en el fenómeno, se trasciende como situación para descansar en la razón de un ente imaginario y posible, posesionándose en una esfera donde se puede “soñar despierto”, fantasear o especular, en una especie de red, mapa mundi virtual, paradigma holográfico, pulsión, flujo o sincronismo.

Cada “ethos” cultural particular (Morandé 1987), de dioses tutelares y comunión tácita (no verbal) e intragrupal (Hall 1986), es sometido a las categorías universalistas de la racionalidad formal (Weber 1905), que lo sitúan con respecto a un macro contexto de sociedades formales, intergrupales y democráticas ... el origen de la democracia: “Teseo reúne diversos habitantes dispersos en aldeas, lo que hacia difícil para deliberar acerca de asuntos públicos. Los persuadió u obligo a la fuerza, derribando las casas de consejo, para formar la nación griega. Concentrando la magistratura (poder) en Atenas, origen de la nueva ciudad democrática. Con esto se crea la aceptación de dioses comunes, por sobre los dioses tutelares de las tribus o familias. Destruyendo así los soportes locales y extra vertiendo los signos mágicos” (Duruy 1976). “El destino de los hombres en la tierra no es otro que la producción por medio del trabajo, encausados a una meta común.” (Saint–Simón 1800) “El distingo entre ciudad y estado no existe en el mundo precolombino y cada centro constituía por sí solo un reducido estado. El estado nace a la luz del derecho influenciado por la vastedad de su espacio territorial que tendía a escaparse a la abstracción de los conceptos y leyes. Al crearse un sistema nervioso que estructurara tal intensidad se dispersa la escala de lo vernáculo a lo monumental” (Trebbi 1985). El lugar debe ser un refugio ante la vastedad, arbitrario y exótico que elude la clasificación y esta a escala de los sentidos, para encarnar desde ellos y solo ellos, los signos de los dioses tutelares que serán vertidos tan sólo en ese mundo.

La idea de exponer lo reciente, es un intento de evocar imágenes para vislumbrar (no demostrar) que los valores éticos (iniciativa individual) y religiosos (manera de agrupación) han ejercido una importante influencia en el desarrollo del capitalismo u orden moderno (Weber 1905), y que la relación causa-efecto histórica no sólo ha dependido de variables económicas (Marx 1867). Kant creía en una ley moral interna era capas de hacer transitar hacia un trascender, hacia un cielo o un universo de noúmenos libres. Para Nietzsche esa ley moral es la represión ética y el cielo un invento religioso de sacerdotes ascéticos. Dice Nietzsche: “Los instintos reguladores inconscientemente infalibles estaban reducidos, a pensar, a combinar causa y efecto, a su “conciencia”, a su órgano más miserable y más expuesto a equivocarse.” “ El desahogo hacia afuera fue quedando inhibido.” “La organización estatal se protegía contra los viejos instintos de la libertad, instintos que se vuelven contra el hombre mismo.” “ El alma animal se volvía contra si misma.” “El estado es un tiranía, una maquina trituradora, hecha por señores dotados de la fuerza de organizar, refutándose aquella fantasía que le hacía comenzar como un contrato, llegando igual que el destino, sin motivo. Su obra es imprimir formas, surgiendo donde ellos aparecen algo nuevo, en el que no tiene sitio absolutamente nada a lo cual no se le haya dado antes un “sentido” en orden al todo, su todo” (Genealogía). Para Nietzsche el deber o ley moral de Kant, tiene que ver con la conexión del concepto de “culpa” con presupuestos religiosos. Una relación de un acreedor (Dios), con un deudor (hombre). En este orden la idea es que la pena a pagar, nunca sea mayor a culpa sentida, lo cual genera el pensamiento impagable de la “pena eterna” (opuesto al ateo, que según Nietzsche significa: sin deuda) o el “pecado original” o “una falta de libertad de la voluntad” donde la naturaleza o existencia queda como no valiosa en sí, creándose el deseo de la nada (nihilismo) o el deseo de ser su opuesto, de ser otro. Ese ser otro, es la dimensión de la fantasía, es la única forma de actividad de pensamiento dejada fuera de la nueva organización del aparato mental, permaneciendo libre del mando de principio de la realidad (Marcuse 1953).

El deseo de ser un opuesto, un otro o un “alter ego”, es una extraña paradoja, porque se trata de imitar al mismo Dios (acreedor), quien se sacrifica por culpa del hombre (deudor). Es la gran salvación ante el mundo de los fenómenos, en que la angustia de sentir culpa es aliviada por la martirizada imagen visual de un mesías a quien se puede y quiere imitar. (Quien lo busco por ya haberlo encontrado). Es la posibilidad de glorificar a Dios por medio del trabajo, Dios como una fantasía o ficción y trabajo como un hacer útil a esa ficción. “El trabajo dignifica” se dice. Es la posibilidad de que el naturalismo se transforme en un iluminismo, pacto industrial - ilustrado. ¿En qué se ha convertido la crítica después de Kant?, dice Nietzsche, “en un arte por el que el espíritu, la conciencia de sí mismo, el propio crítico se apropia de las cosas y de las ideas; o también en un arte según el cual el hombre se reapropiaba de determinaciones de las que, decía, se le había privado: resumiendo, la dialéctica.”

Es justamente en esta dimensión de la fantasía, en donde el hombre queda vulnerable, por ser la construcción de una idea de si mismo errante, sin lugar. Antiguamente el destierro era peor que la muerte, la pertenencia a un lugar era arraigo a un alma sustancial, a la cual uno le pertenecía y no ella a uno. El critico de Kant, es un ente que observa la realidad objetivamente, pretendiendo desde condiciones que él establece, elaborar un camino para trascenderla. “¿Qué se oculta en la famosa unidad kantiana del legislador (noúmeno) y del sujeto (fenómeno)? Nada más que una teología renovada, la teología al gusto protestante: se nos encarga la doble tarea del sacerdote y del fiel. El sueño de Kant: no suprimir la distinción de los dos mundos, sensible y suprasensible, sino asegurar la unidad personal en ambos mundos. La misma persona como legislador y sujeto, como sujeto y objeto, como noúmeno y fenómeno. Esta economía es un éxito teológico. ¿Creemos que por instalar en nosotros al sacerdote o legislador, dejamos de ser ante todo fieles o sujetos? Este legislador o sacerdote ejerce la representación de valores establecidos; no hacen más que interiorizar los valores en curso, una memoria que atrapa y hace parecer lo ya dicho un nuevo impulso. El buen uso de las facultades en Kant coincide extrañamente con estos valores establecidos. el verdadero conocimiento, la auténtica moral, la verdadera religión...” (Deleuze 1986).

Ahora, ese trascender al mundo inteligible de Kant, que para Nietzsche es el cielo inventado del ideal ascético, no creo que sea un nihilismo o deseo de la nada, sino como dice también Nietzsche: “Deseo de su opuesto, de ser otro”, porque: “Cada uno es para sí mismo el más lejano”, esta es la realidad ineludible que hoy se obvia, realidad que es anticipada por este supuesto “otro” en nosotros, el legislador. Creo que tanto los individuos, como los antiguos pueblos, fuimos divididos desde adentro (Aquí, donde se instala la industria existe pobreza), para ser reinados desde afuera (Allá, donde entran sistemas de educación se cree una superación). Cuando Kant dice: “El concepto de Dios es un medio por el cual nos representamos el triunfo final de la moralidad en el mundo” (Fortín 1972), quiere decir que sin poder demostrar que Dios existe, se quiere creer que así es y se obra para que así sea. De esta manera el hacer es impulsado por un propósito ajeno, un supuesto liberador, aceptando para ello colectivamente ciertas “condiciones” represivas y anuladoras de la buena voluntad (obligación moral). Dice Kant: “La voluntad libre y razonable es la esencia del deber, y es al propio tiempo sujeto y objeto de la ley moral” (Fortín 1972). Esta “autonomía de la moral” de Kant es lo que Nietzsche llama el sacerdote que ejerce la representación de los valores establecidos del otro (allá) en uno (aquí), el alter ego o legislador interno quien se llega a creer un agente liberador, tan sólo interioriza los valores universales en curso, con los cuales cada particularidad se identifica a su manera. Lo particular así, es tan sólo una forma de ver la misma realidad en curso. No existiría el principio de identidad sin la alteridad, es la tesis que se inventa desde la antitesis, pero mientras en el mundo primitivo la identidad es un mundo ante el vacío, donde los dioses supremos de los primitivos están desprovistos de culto, que son considerados como dioses lejanos y, por consiguiente, pasivos e indiferentes, verdaderos “dii otiosi”, (habiendo divinidades de menor categoría); en el mundo occidental se empieza a abrir un sitial de culto con el allá abstracto (judío-cristiano), se abren los templos al cielo, se crea un campo imaginario, donde la identidad puede ser referida a una continuidad mayor, global; que comenzó con el cielo y después la gran ecuación.

Para que este “otro” sea posible se requiere una escenario de representación donde aparezca, donde se puede “soñarlo despierto”, como una promesa singular en esencia igual para todos, porque para Kant era necesario descubrir una ética universal de principios a priori de la moral, independientes de cualquier cosa empírica o experiencial. ¿Que materialización colectiva hace posible esta dimensión? Una configuración artificial capas de articular en la práctica individual y colectiva, una manera especulativa de situarse ante un mundo infinito de proyecciones y sincronizarlo hacia un bien común. Tanto la arquitectura gótica (Panofsky 1986) como la barroca (Trias 1989), generan estos escenarios de “especulación dinámica” (Borchers 1975). Escenarios que desde la Atenas de Teseo, han ido consolidando supuestos “representados”, (Grecia Magna), en los que el pueblo deposita su fe y evoca sus esfuerzos. Ciertos cánones estéticos, inducen como una melodía a una dimensión de la imaginación, a un infinito posible y liberador, al artificio de la urbe, un laberinto o puente entre dos ámbitos irreconciliables, que fueron por primera vez ligados racionalmente por Kant, suceso en la filosofía que se compara al “giro copernicano”.

“Llaman verdadero a un mundo inexistente, fingido, inventado por ellos los sacerdotes, y en cambio niegan verdad y realidad a este mundo, el único existente”. “Existe un reino de la verdad y del ser, pero ¡justo la razón esta excluido de él!” dice con ironía Nietzsche. “A partir de Kant, los trascendentalistas de toda especie se han emancipado de los teólogos. Kant les ha descubierto un camino secreto en el que ahora les es lícito entregarse, con sus propios medios y con el mejor decoro científico, a los deseos de su corazón” (Nietzsche 1878). “Nietzsche expone la gigantesca falacia sobre la que fueron construidas la filosofía y la moral occidental -esto es la transformación de los hechos en esencias, de las condiciones históricas en metafísicas” (Marcuse 1953). Este deseo del corazón es un sentimiento de paz para la razón que se acomodada en el no-lugar de la utopía, quedando vulnerable de no tener lugar tribal, situación que permite hacer hombres más dúctiles en ciudades de sistemas y ordenes más complejos, donde se interiorizan y difunden mejor los valores en curso. Esto porque la impersonalidad y magnitud de la nueva escala y noción de mundo, impuesto por lo estados modernos, lleva a un yo atomizado y reprimido a buscar su legislador interno, su libertad.

El legislador interno de Kant, puede funcionar en un contexto impersonal y vasto, independiente o libre, como un simple ciudadano homogéneo, donde al sujeto que imagina ser su propio legislador se libera de ser sujeto, construyendo desde el legislador, un compromiso interno que seduce e induce a ver en tales “supuestos representados” algo real, algo liberador, algo divino y digno de seguir. Cuando Nietzsche pregunta “quien hace la critica” en la filosofía de Kant, se refiere al ente quien la hace no es libre, sino tan sólo alguien que ama un holograma, un reflejo narciso de su propio legislador, alter ego o “ser necesario” en un “escenario libre” (Las dos tesis de la cuarta y tercera antinomia de Kant.) Es como un gentleman sobre un escenario normado, quien siguiendo un conducto regular de movimientos (exigidos por la ética), es capaz de tomar con elegancia (cánones estéticos) posiciones sobre un paradigma (de la verdad), la tríada. A medida que se posiciona en el paradigma, va atenuando su incertidumbre al punto que su “ser” sólo existe con relación a una aceptación formal sobre tal escenario, es el nuevo hombre universal. Desligado de cualquier lazo atávico o primordial, se declara “hombre del mundo”, donde el afecto incondicional transmuta en un atracción condicionada y cambiante, donde la vigencia y cambio pasa a ser la gran obsesión del hacer. La escala tribal y comunitaria ya no es necesaria para contener a la voluntad de poder, que ha sido regulada por la represión y encausada en pos de otra voluntad, allá. Bengoa dice que todos los esfuerzos de los estados van en la línea de construir un discurso capaz de producir la homogeneidad de los habitantes del territorio. La misma Revolución Francesa fundadora de estas ideas, consagró la palabra: "ciudadanos". La ciudadanía es no solo la igualdad ante la ley, sino también el despojo de las especificidades, de los símbolos y rituales que separan a las comunidades. Se trata de poner por encima de los "lazos primordiales" aquellos aspectos que racionalmente unen a los individuos. El Estado como ente de razón permite ordenar la vida social por encima de las uniones, incluso, de lengua, raza o religión.

“El intelecto, como hábil ingeniero que por medio de diques gana al mar terreno y lo aleja, va reduciendo el desorden a orden, el caos a cosmos. Lo que llamamos naturaleza es la porción de caos sometida a fijeza y regularidad, lo urbanizado por la ciencia. Dentro de ella resplandece la armonía y la conveniencia; todo marcha con buen compás siguiendo las normas predispuestas que el intelecto descubre” (Ortega y Gasset 1962). La colonización en América por ejemplo, es traslado de una forma cultural europea, prolongación que va recibiendo los resultados de la cultura europea, no viviendo íntegramente su dialéctica interna. Las experiencias arquitectónicas, especialmente dentro de la escala urbanística están influenciadas no tanto por análogas experiencias europeas y por hábitos consolidados, sino por un patrimonio de ideas y aspiraciones que en Europa no logran convertirse en realidad.... las cuales contribuyen a aligerar la carga del pasado y preparar ya el futuro moderno por venir.

Las ciudades se tornan complejas estructuras de intercambio, donde lo racional es definido o se sitúa en ella como pura expectativa de comportamiento, como meras referencias cruzadas en un sistema de interacción arbitrario. La vida social moderna es así un gran campo de negociación de expectativas y es esta negociación la que decide sobre la vigencia de los objetos y las conductas valoradas. Sobre esta trama aparecen supuestos, que se constituyen en sucesos indirectos, que no son vivenciados sino como imágenes sobre un escenario virtual, desde los cuales la masa comienza a transformar sus expectativas y acciones en el sentido indicado por estos, que al hacerse reales, las acciones verificadas como correctas crean una situación de “seguridad” esporádica, que esta en permanente cambio. Hago analogía de este fenómeno con lo “planteado” (no creado) por Kant, donde el legislador interno del campo imaginario, reduce al sujeto, de lo real a lo idéntico, que significa fijarlo, para situarlo. Kant dice que sólo la noción trascendental hace posible la identidad, ¿Qué identidad? , ¿La posible de sincronizar como un dato más, obligado a una eterna mutación, para preservar una vigencia en este campo de supuestos cambiantes? “En lugar de principios trascendentales que son simples condiciones de pretendidos hechos (Kant), establecer principios genéticos y plásticos que refieren el sentido y el valor de las creencias, de las interpretaciones y las evoluciones (Nietzsche)” (Deleuze 1986).

La desestabilidad de referentes lleva a forzar la necesidad de nuevas respuestas identitarias. La saturación de los sentidos o mejor del delirio virtual, lleva de vuelta al circulo tribal, como G. Brunno ante la inmensidad del desierto se puede remirar en su simpleza, es el inevitable retorno del que habla Nietzche, porque no existe esa dimensión del allá, ese fuga, que hace ir en la búsqueda del limite sin frontera, de un horizonte que nunca llega. En algún instante la armonía perfecta, el canon de composición, el escenario de las artes liberales ... se torna siniestro, se torna la tragedia del ángel caído, terminando la construcción hacia un alter ego, hacia un yo trascendente allá, para justamente renunciarlo y encarnar algo capas de revelar la presencia viva del aquí, entre los míos reales y próximos. El regreso a las formas de convivir real, donde la acción esta determinado por un sentido emotivo, donde prima la noción de aldea arraigada sobre la noción de proyección global.

El peso propio de una localidad es esa singularidad que se sitúa discontinua al progresivo ordenamiento de un mundo feliz. Es un rincón cualquiera, un caos amable pero inasible, donde se permanece en la presencia de un “estar por existir”. Lugar donde se hace insostenible la creencia o teoría de que un “rol para ser”, puede ser nuestra salvación eterna o nuestra gran ecuación. Al vislumbrar esa insoportable levedad, nos hacemos cómplices del extraño atisbo a un abismo siniestro y amado, desde donde surgirá la más dulce belleza encarnada, la llama de Prometeo, el ave Fénix, la amada inmortal, la no-forma aprensible de un ente grupal, una comunión con las extensiones sensibles de cuerpos gloriosos y próximos, una complicidad, “un lugar” que entonces podrá defenderse:

de fantasías y tantos sueños despiertos.
de extensiones que convergen al mismo infinito.
de la utopía de un no lugar.


SEGUNDA PARTE: MODELACIÓN.

Según Kant, hay cuatro antinomias de la razón pura, cada una presenta un conflicto entre una tesis y una antitesis (Ferrater, 1994). Estas se dividen en dos grupos: antinomias matemáticas (referidas a la cantidad y cualidad) y antinomias dinámicas (referidas a la causabilidad y a la modalidad). Las cuatro antinomias.

Ver Modelo, donde los colores son transfigurados de fondo a figura :

1Antinomia:
Tesis: El mundo tiene un comienzo en el tiempo y encerrado con límites en el espacio. (Rojo - fondo)
Antítesis: El mundo no tiene comienzo ni límites en el espacio, sino que es infinito. (Azul - fondo)

2 Antinomia:
Tesis: Toda sustancia consta de partes simples. (Verde – figura)
Antítesis: Ninguna cosa compuesta consta de partes simples. (Amarillo – figura)

3 Antinomia:
Tesis: La causalidad, según las leyes de la naturaleza,
no es la única de la que pueden derivar los fenómenos del mundo.
Para explicar éstos hace falta otra causalidad por libertad. (Amarillo – fondo)
Antítesis: No hay libertad. Todo cuanto sucede en el mundo
se desarrolla exclusivamente según las leyes naturales. (Verde – fondo)

4 Antinomia:
Tesis: Al mundo pertenece algo que sea,
en cuanto parte suya, en cuanto causa suya, un ser absolutamente necesario. (Rojo – figura)
Antítesis: No existe en el mundo ningún ser absolutamente necesario,
como tampoco existe fuera de él en cuanto causa suya. (Azul – figura) de la razón pura (Kant 1788), son las bases para construir nuestro escenario, donde posteriormente será integrado Nietzsche, suponiendo que lo que para Kant sería falso, para Nietzsche es verdadero:


En las afirmaciones de las antítesis observamos, según Kant, los principios del empirismo puro y en las afirmaciones de las tesis observamos los principios del dogmatismo de la razón pura.
En los principios del empirismo puro, presentes en las antítesis, se defienden cuestiones como que el mundo no ha sido creado, el alma es divisible, no hay libertad y no existe un ser necesario. Es evidente, señala Kant, que con tales principios el entendimiento no encuentra el reposo incondicionado y, al mismo tiempo, los principios de la moral tradicional parecen perder validez. Ofrece la ventaja, sin embargo, de que exige al entendimiento el situarse en el campo de la experiencia. Tiene la desventaja de volverse también dogmático por negar de modo absoluto la posibilidad de la existencia de un mundo inteligible.


















En los principios del dogmatismo puro, presentes en las tesis, se defienden cuestiones como que el mundo tiene un comienzo, el alma es algo simple, existe la libertad y hay un ser necesario. Con tales principios el entendimiento encuentra sosiego y, además, tales principios se pueden convertir en pilares de la moral y de la religión. Tienen la ventaja de la popularidad y la desventaja de situar al entendimiento fuera del terreno de la experiencia.


En la conexión matemática de la serie únicamente puede intervenir la condición sensible. Tal condición sensible es el fundamento de las antinomias matemáticas como son la 1ª y la 2ª antinomias. Según Kant, eran falsas tanto en sus tesis como en sus antítesis.


Pues bien, según Kant, además de conexiones matemáticas de la serie se podría hablar también de conexiones dinámicas, aunque, en este caso, intervienen en su fundamento, no las condiciones sensibles sino las inteligibles. La condición inteligible, por tanto, es la base de las antinomias dinámicas. Tal condición inteligible es no-sensible por lo que su certeza es más demostrativa que intuitiva, por lo que da satisfacción a la razón. Además es empíricamente incondicionada y, en este sentido, da satisfacción al entendimiento. Por otro lado, como empíricamente incondicionada, la condición inteligible no se encuentra dentro de la sería empírica aunque actúa sobre la misma como condición. Eso sucede, por ejemplo, con la libertad (idea trascendental pura), la cual, en sentido cosmológico es la capacidad de iniciar por sí mismo una acción y en sentido práctico, es la independencia de la voluntad frente a los impulsos.


La libertad estaría relacionada, por tanto, no con conceptos matemáticos sino dinámicos los cuales tienen la peculiaridad de no referirse a objetos considerados en su magnitud, sino en su existencia. Pues bien, en relación con la existencia de los efectos de alguna realidad, su causa podría entenderse, según Kant, desde dos puntos de vista:


Como inteligible por su acción.
Como sensible por su efectos.


Como inteligible por su acción, el sujeto causal actuaría, por un lado, al margen de las leyes naturales de causa-efecto, y, por otro, tendría la capacidad de iniciar efectos por sí mismo. En este contexto el sujeto sería numenicamente libre. En cuanto sensible por sus efectos, el sujeto causal actuaría según la ley de causa-efecto. Estaría fenomenicamente determinado. En definitiva, nos encontraríamos con un tipo de sujeto causal en donde convivirían la necesidad natural y la libertad.

















Por lo tanto, según Kant, el ser humano, reflejo del tipo de sujeto causal descrito más arriba, sería, por un lado, fenómeno del mundo sensible, y, por otro, objeto del mundo inteligible. En cuando fenómeno del mundo sensible, su facultad dominante sería la sensibilidad y pertenecería al ámbito de la causalidad natural la cual hace referencia a lo que la naturaleza es, no a lo que la naturaleza debería ser. En cuanto objeto del mundo inteligible, el sujeto se conoce a sí mismo a través de la apercepción pura o autoconciencia. Las facultades dominantes en él son el entendimiento y la razón. Esta última es la particularmente inteligible pues considera los objetos como ideas. Pues bien, según Kant, el hombre como objeto de este mundo inteligible puede producir por sí mismo, actuando como causalidad inteligible, imperativos. Tales imperativos los produce la razón como reglas de nuestro deber, el cual expresa algún tipo de necesidad, aunque distinta de la necesidad natural y sus leyes causales. En este contexto, la libertad de la razón pura se puede entender en sentido negativo y en sentido positivo. En sentido negativo quiere decir que la razón no depende de las condiciones empíricas. En sentido positivo quiere decir que es una capacidad causal incondicionada.


Incondicionada? O como vimos en la especulación: seguir los valores en curso?


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