domingo, junio 30, 2013

El afecto no es una reacción emocional y estratégica a una amenaza.



Comentario a Carlos Peña, para distinguir entre afecto y estrategia de la clase política:

Lo complicado no es la falta de empatía del poder ejecutivo o su falta de emocionarse y sacrificarse por la "comunidad" como diría Maquiavelo. La emoción y el sentimiento operan a una escala territorial mucho más íntima donde la cotidianidad de un lugar es lo común a bases y líder, muy distinto a  una serie de consignas y símbolos generales y abstractos, que poco dicen o representan , y en el caso de un territorio como Chile que comparte nada más que una condición horaria pero no geográfica, está cada vez más claro para las bases locales.

Todos perciben en algún grado que la emotividad política o la emoción de los políticos hacia la comunidad en esta escala abstracta y centralizada, es una puesta en escena, donde ellos dicen empatizar con su comunidad, para crear una suerte de cercanía que cumple dos propósitos: los resguarda con una distancia respecto a las bases ya que el ejercicio indirecto de poder permite eso y simultáneamente por medio de una simulación de cercanía, falsifica la posibilidad de una real instancia de poder local, donde un líder sí lograría sentir la genuina emoción de sacrificio por la comunidad, ya que es simplemente parte real de ella.

Ahora, cuando una elite mantiene una distancia con la comunidad simulando cercanía, no se sensibiliza directamente, pero sí puede reaccionar frente a la amenaza de que este "simulacro" de cercanía se puede romper. El historiador Julio Retamal dice que una de las teoría de la desaparición de los mayas, se debe a que su elite llego a tal nivel de distanciamiento con su pueblo, que la gente simplemente masacró a su jerarquía, entro en caos y se extinguió.

Para regular y sostener este "orden precario" de representatividad abstracta, la elite central  instala intereses y  esperanzas, focos comunes dentro de un parámetro territorial vasto y por ende regulable desde lo abstracto, muy distinto a regularse desde un poder local de miembros comunes a un territorio de cierta escala. Por eso la organización mapuche habla del "consejo de todas las tierras" en plural.  Estamos en el mundo al revés, donde la globalización lejos de permitir a los lugares existir por su estar, los condiciona a hacer para ser en un orden global.

Por esto, sostengo que lo grave de que las elites no reaccionen a los movimientos de la gente, no es por una falta de empatía o emoción respecto a ellos (muy sui generis o errático como analogía), sino algo peor: los movimientos no constituyen ninguna amenaza para la resguardada e imperturbable "institucionalidad" de la elite, que simula en su permanente reinvención ser de todos, cuando es en realidad centralizada y de unos pocos. Que la nueva mayoría siga siendo gobernada por la misma minoría, es lo que siempre ha pasado.

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