martes, diciembre 04, 2012

LA CIUDAD ME HABITA Y ME EVITA



 A propósito de la XVIII Bienal de Arquitectura y Territorio 2012: "Ciudades para Ciudadanos".

LA CIUDAD ME HABITA Y ME EVITA








Por medio de la representación sobre soportes urbanos, los iconos semánticos construyen sistemas de fe. Urbe et orbi, de Roma al mundo, la ciudad como ventana al mundo. Los iconos son referentes sostenidos por medio de un alineamiento común con una distancia en discontinuo, que pareciera en continuidad por ser  vislumbrable y deducible en la práctica y el habitar en torno a ciertos habitos inducidos por un ejercicio encausado. ¡Tele-visibilidad permitida por un soporte muy particular?

La ciudad es un soporte y productor de estos iconos, la cual por medio de secuencias sobre su espacio, reproduce un sistema de programación sobre lo que se podría denominar un “paradigma artificial” articulado con un orden en un allá. Lo engañoso de la urbe, es que lejos de intentar acercarnos con su campo de representación a lo que se podría entender como un “camino colectivo en cierta armonía hacia una genuina verdad que nos tutela y guía”, intenta sostenerse a sí misma de la manera más económica y sustentable en el tiempo, manteniéndose vigente como referente de este colectivo, autoproclamándose el rol de ser “administrador de esta fe”. Sin mostrar luces, pretende ser la luz. La tribu o aldea permeada por la existencia terrestre, es hecha burgo en servicio de una patria o estado luminoso, el soporte afectivo de estar va tomando forma de plataforma de proyecciones y fuga. Si bien crea redes, deja de tener sentido en sí y pasa a formar parte de algo que le da rol, función y definición. La dependencia del todo, la hace parte siempre.

Aunque su vigencia requiere permanente reinvento y novedad para seducir y encantar como un ethos vivo o alma común, subyace un sistema de programación que en la práctica nos lleva a repetir patrones, para instalar hábitos bien definidos y así sacar conclusiones bastante simplistas y reduccionistas de la vida, sean pragmáticas o espirituales. Habitar es un hábito.



En el siglo XXI fue el bio-poder, por medio del control de los cuerpos y la subjetividad, la manera no sólo de inducir habitos, sino con estos deducir ciertos estados de consciencia del mundo aparentemente subjetivos. Foucault introduce la bio-política, en su analisis acerca del poder y como todas las viejas tradiciones del pensamiento político occidental deben reformularse. Sloterdijk, Bauman, Zizek retoman relaciones entre el estado-nación y el ciudadano.  Virilio, Derrida o Benjamin y la Escuela de Frankfurt elaboraron temas acerca de las formas del bio-poder. 

La ciudad o urbe es el portador y soporte de las tecnologías de control sobre el cuerpo, que por medio de la inducción práctica en el ejercicio, hace vislumbrar un ideal que se deduce por medio de la razón-emocional. Este ideal vislumbrado desde el observador imaginado, es simplemente la falsificación de la misma subjetividad. La subjetividad es un sentimiento de amor perdido en el mundo, la falsa subjetidad en cambio es la vision de una singularidad atesorada en el alma.

No es que este soporte, aparato o dispositivo medie entre la realidad y lo que se podría entender como ideal, sino que es  el mismo la falsificación de este y porque no decirlo la tergiversación del mismo sentido de lo que es “ideal”. La promesa de salvación, evolución o desarrollo individual y colectivo, es una apuesta a priori instalada por visionarios que inventan necesidades, no la formación en proceso desde donde pudieran emerger entelequias mancomunadas con la situación y lo que esta requiere realmente. Para que decir lo lejos que está de permitirnos “estar” en presencia real del vacío existencial, puerta al genuino contacto gregario mas allá de una necesidad de comunicación funcional y eficiente, para justificar la razón de nuestro génesis. Nietzsche dijo que la utilidad de un fenómeno, no justifica la razón de su génesis.

La transformación permanente de este aparato formal, existe para ocultar su patrón subyacente y mimetizarse con los tejidos del mundo, por medio de una apariencia novedosa y cambiante, chispeante y fresca, que esconda y oculta su inevitable e imperturbable rol estructural, que responde finalmente a un despiadado ordenamiento cósmico funcional. Las ideas inspiran seguridad de ser, pero no existencia. Las ideas son herramientas para ser mejor en el hacer, no la razón de estar en la existencia.

Las ideas se constituyen en paradigmas entelequicos, que al ser modelables, son plasmables en orden para la sobrevivencia, orden exigido por las mismas estructuras sociales que nuestra especie forzadamente ha moldeado en el tiempo con sus prácticas instauradas por estos grandes “visionarios”. Son el remedio lógico para la enfermedad, pero un remedio peor que la enfermedad hecha crónica. La gran amenaza de nuestra especie, es el mismo soporte que ha creado nuestra especie. Es el círculo vicioso, y su metáfora es la serpiente que se muerde la cola. 





 

Este soporte o paradigma es obviamente inclusivo, porque imita y falsifica la más diversas y genuinas formas contingentes esparcidas por el mundo que integra, metamorfosea y pre-digiere. Transforma cualquier agente con potencial para constituirse en resistencia, en insípidas y estériles maneras que no amenazan este soporte subyacente imperante, ya que lo alinean con su doble, su espejismo y lo articulan con esa continuidad dual, manteniéndose a sí incólume. Lo mantienen en luz obviando la sombra. Construye su doble en la luz como espectro, espejismo o simulacro, que se ve y nunca podrá tocar y lleva a todos en ese rumbo como un verdadero horizonte. Si sólo buscamos en la luz como el cuento sufí, esta forma subyacente se mantendrá intocada. Incluso abordar la sombra, desde una continuidad con la luz, la hace luz. La sombra se aborda en fragmentos, discontinuidad, instantes, saltos sin razón, como señala Enrique Symms en su Invitación al abismo. Hablar de "todas las tierras" es muy distinto que hablar de "aldea global". La promesa del centro es peor que estar recluido al margen. Los dioses africanos, son más genuinos que el dios blanco, quizás sea porque una geografía amable no necesita promesas divinas.

Todas estas maneras familiares, ancestrales, particulares y errantes para el orden, toda esta clase de fenómeno o producto emergente desde el misterio de la existencia, es calumniado, estereotipado, denominado y sublimado. Llámese desorden, caos, pecado, inconsciencia, inconsistencia, irresponsabilidad, etc.…  Pero al mismo tiempo se integra este caos-figurado y formado como dominio que puede y debe ser domado y domesticado, reconciliado por la razón o en su defecto la fuerza, en la medida que no toque o cuestione su propia naturaleza incuestionable, el tabú de occidente que se asume como condena irreversible, mantenida así como misterio o incertidumbre. El caos es sometido a cosmos, es hecho porción para ser fijado a regularidad e intereses como dijo Ortega y Gasset.

Se nos ha hecho creer que esta insondable y trágica "naturaleza" humana, necesita de luz y sentido para emerger. Necesita respuestas que pueden dar un propósito más allá de sí misma, respuestas que provienen de un aparato de falsificación distante, articulado a un orden cósmico riguroso, que evita abordar el genuino fenómeno en situación allí, ya que lo mantiene en un estado sugestivo de amenaza, gravedad e inercia homogénea. Se nos distancia del aquí fomentando el anhelo de un allá, sea devoción celeste o fantasía creativa. Es el desencantamiento del fenómeno que necesita de una razón más allá de sí, en un ámbito sublime, superlativo, del transpersonal concepto ken-wilberiano: la supra-consciencia.

Este nuevo soporte de agrupamiento colectivo, incita a la individualidad buscar la mejor posición en el orden, obviamente el centro, para distanciarse respecto a esta amenaza irreversible cercana al borde que tiende a asfixia e inercia. La paradoja está en que el centro implica la cristalización de lo gregario en roles formales y aspiracionales, y en los bordes o margen como señalo Balzac esta la vida, su intensidad, su genuina manifestación más allá de la estrategia por posición. El marginal quiere diamantes, el poderoso quiere intensidad. Nadie esta donde quiere, entonces nadie esta, el tránsito o éxodo es perpetuo.

 

Así se fortalece la identidad ante la alteridad o cualquier dualidad sostenida en este dilema dual, que nos persuade transitar entre el aquí y el allá como individuos, que utilizando el soporte colectivo para lograr distinción y singularidad, luego añora el calor de su origen. Dualidad en aparente armonía y trayecto, finalmente un redondito circulo vicioso (si se abusa mucho), de trabajo y compensación.

Esta situación tabú, de contexto en dilema, como una guerra fría oculta por mucho tiempo bajo su última ilusión de libertad, igualdad y fraternidad, comienza a emerger en su crudeza, y ha permitido que Hobbes, Scruton y todo el liberalismo pueda vencer discursivamente a las utopías sociales, ya que el fondo oculto, ahora es vislumbrado entre los velos del espejismo libertario, como decadencia, como fin de los tiempos, en que la “libertad” de M. Friedman pareciera lo más lógico, adornado con mas menos discurso “social” dependiendo del contexto en función de su demanda. 

El sistema disuade y proyecta esta “añoranza de origen” en series como “Revolution”, donde si bien se desmoronan todos los soportes que constituyen la civilización, emergen en nuevos formas los valores de confianza, lealtad y amistad. El tabú comienza a vislumbrarse y manifestarse de diversas maneras.

En todas estas formas emergentes más menos veladas por este permeo estructural, se acusa que  efectivamente el soporte que hemos construido nos ubica de raíz en una situación donde la salvación individual, prima sobre la colectividad gregaria y la ha utilizado discursivamente como pretexto para esconder la tragedia occidental.
Cuando se desmoronan las máscaras, aparece la paranoia si la existencia no cuenta con un soporte somático afectivo, para tocar la inmanencia sana ante un otro. El desapego de la ilusión requiere sanidad para abrir el vacio de una manera que no sea destructiva y los soportes que hemos construido, impedirían esto, por lo que es inevitable que  el eterno retorno se devuelve desde la puerta del abismo a la ilusión.  

 
Para atenuar esta perturbadora revelación en el caso de no existir soporte afectivo, el sistema hace lo posible por ocultar la presencia exterior y paralelamente cultivar el mundo interior. Esto por una razón muy simple: La presencia exterior exalta la condición atrapada con lo que le permite estar y sanar, mientras que la disolución y no-cultivo de ese “mundo interior” como imagen autoconstruida y satisfecha, permite abrir al vacío real que pueda contactar con esa genuina “presencia” de otro si existe, y repito, una sanidad afectiva y cierta confianza con la realidad para estar en vacio sin imagen, ya que no es lo mismo que tener fe en un supuesto o imagen, sea la que sea.
 
La aparente flexibilidad del sistema por lo tanto, está lejos de ofrecer apertura y libertad, con su lema: “Un mínimo de condiciones exteriores, genera un máximo de desarrollo interior”. Esto porque la liberación de condiciones para el máximo de desarrollo interior, axioma de la modernidad, es finalmente la gran trampa. La libertad es alienación hacia un centro interior narciso, que teme al borde exterior de condiciones o realidades, con lo cual prolifera un trauma auto infligido, que estallará como un contagio de traumas en otros.

El alineamiento en torno a esta aparente convención o “compromiso social” representado sobre este soporte ilusorio como oda al individuo libre, abordado correctamente, efectivamente permite posición, ascenso y reconocimiento, como se da en la biología espontánea de manadas al líder “alfa”, quien desempeña un rol temporal como referente central y articulador en el alineamiento colectivo en relación a una amenaza o alteridad. Todos se identifican con alfa como un “star”. Como estos roles son importantes para la “continuidad” del orden y sus valores en curso,  por efecto trae al referente alfa, mayores beneficios, privilegios y aparentes libertades, sobre una estructura piramidal mas menos móvil de castas. No es que se haya flexibilizado la estratificación desde la India a Estado Unidos, sino las capas inferiores que no implican ninguna amenaza para este orden, entre obreros y pequeños burgueses, se ha complejizado. La aparente movilidad sigue operando desde una mayor-menor marginalidad, en donde los centros de control siguen perteneciendo a un reducido núcleo intocable e invisible. La gran mayoría no asume el hecho que las anomalías estructurales son intencionadas y prefiere ver la torpeza de los sistemas sociales, como imperfecciones accidentales por resolver. Esta diferencia es fundamental con lo cual no polarizaría entre confiados y paranoicos. 

La masa por ende, opera entre este margen que lo sugestiona y el centro que nunca toca pero ve. La única verdad que dicen los políticos, es que somos todos clase media. La dinámica sobre este soporte o campo de acción específico, atenúa la intensidad exterior del margen y alimenta el foro interno y imagen narciso del acomodado “otro yo”, que aspira hacia el centro visibilizado en lo posible por la gran mayoría. Esta búsqueda consiente es una solución reactiva a su inconsciente, que hace lo posible por alejarse del vacío existencial en el borde o abismo. Tanto el centro como el perímetro, son ilusiones. El fenómeno espontáneo de alineamiento no puede ser deliberado, ya que inevitablemente cae en prácticas de manipulación que evita el retorno inmediato de flujos por medio de un tercero.

Vivir la genuina existencialidad, es finalmente "ver" y hacer algo por la presencia del margen desgarrador que tendemos a obviar, desconocer y eludir, evitando finalmente la propia existencia que no es más que coexistencia. La selectividad racional, es un mecanismo para aligerar la crudeza real del mundo. Una mochila de mártires pareciera ser alivianada. Pero. ¿Es la mochila alivianada u obviada? Y si es obviada: ¿Existe realmente una mochila?


 




A medida que existe "acomodo" físico del ente individual, los discursos "sociales" del reconocimiento por lo colectivo, pierden fuerza y toman forma de palabras vacías. Lo que sostengo es que esta práctica es intencionada y sirve como regulador a las cúpulas reales del poder. Lo que podría entenderse como "nobleza", "humanidad", sensibilidad por esa "otra situación", está en extinción y es falsificada tanto por la imagen de guerrillero comunista radical como de fascista exitoso y carismático. Falseado por la guerrilla derechista espiritual contra el materialismo izquierdoso light, por conservadores que moralizan el misterio contra progresistas que idealizan el paradigma. 

Se ve lo que se quiere ver y la práctica urbana tiende a esta noción tediosa y estratificada de la vida. Todo queda sujeto a la función y norma, como indica Marina Garcés acerca de Foucault: lo vivo se encuelve en si mismo rompiendo sus vecindades, de las posibilidades de ser en la vida, establece las mismas condiciones de la vida. Por ejemplo, el término “función” entra en la auto-poiesis de la arquitectura en el siglo 19, en los textos de Viollet-le-Duc, término prestado por el biólogo Goerges Cuvier,  como indica Patrik Schumacher. Foucault indica que Cuvier rompe la antigua continuidad entre ser y naturaleza. Lo que se entiende por ser, libertad y vida por lo tanto, se invierte, pasa a ser es la falsificación y apariencia de esta, ya que la vida que aparentemente escapa sin cesar de los mecanismos de poder, esta lejos de ser una resistencia genuina a estos.

Se  ha perdido la heterogeneidad a escala pequeña de intensidad sutil y en correcta magnitud,  barrios como unidad étnica sin necesidad de pedir auxilio a la patria. Lugar de armonía difusa, donde el cuerpo aúna y no anula los demás sentidos, sin necesidad de focos referenciales como capillas de ordenamiento. La divinidad alinea esporádicamente con un orden, el resto del tiempo esta “sin forma”, su estado permanente es la causa de tanta anomalía y enfermedad. El exceso de coherencia o bien la idea de que su estado debe ser permanente, es paradójicamente el motivo de todos los males.

Esta constante búsqueda por posición individual hacia un centro grupal que me sirve como medio para este propósito, que surge a su vez por un motivo reactivo a esta permanente amenaza sugestiva, simultáneamente hace a la entidad realizar un doble acto:

Escapar del borde intenso o margen vivo tergiversado en homogeneidad estéril y reforzar un centro geométrico como proyección mental ilusoria que evita y anticipa el vacio por medio de su “promesa” espectral. Se conoce como el desencantamiento de Max Weber y el "otro yo" de R.D. Laing.

Este fenómeno constituye un dilema ineludible de la existencia, y es mantenido en tabú por los poderes dominantes que hacen lo posible para que eludamos, por medio de ejercicios disuasivos que construyen finalmente las percepciones y afinidad con determinados discursos que  dan fe y coherencia a la neurosis y alienación en un modelo redondito de pena eterna. La claridad es un engaño, es una cristalización (Hume), una capilla para el abuso tanto de sádicos como masoquistas.  Machado dijo: “En mi soledad - he visto cosas muy claras - que no son verdad.”

En la lucha social o lucha de clases, la frustración por falta de posición e información, se va atenuando lógicamente en la medida que se logra información y posición. El problema, y esto esta maquinado por los administradores de la ilustración, es que cuando se logran determinados niveles de información, como “creer entender” y contar con cierta sensibilidad para enfrentar la crudeza real del mundo desde una visión sabia, erudita y “generosa”, ya cuento con una posición que se podría entender como “confort zone” o zona segura de complicidad, en la cual el “discurso” que domino, no pesa tanto como mi “situación” que me domina. Existen excepciones claro, pero son anacrónicas y muy particulares, la tendencia es que las clases acomodadas acallan su privilegio y en alguna medida desde el burgués al proletario, somos todos cómplices de este hecho. 

Mientras más extensa sea esta contraposición social, más tensión existe en el conjunto medio. Lo lamentable es que el "norte” del mundo o las mejor consideradas economías sociales de mercado, lo que hacen es atenuar esta realidad, creando las menores diferencias posibles en un contexto especifico. Si bien atenúan el problema, no lo resuelven realmente, ya que la estabilidad de un orden no garantiza la intensidad y contacto con la vida. La simbología mediática lograda en estos soportes específicos o “países desarrollados”, es por tanto comparativamente más eficiente que los otros, transformándose así en modelos de referencia y sentido. La educación en Finlandia es un ejemplo mal imitado.

Wittgenstein sin embargo dijo que la precisión y rigor del lenguaje no necesariamente mejoran la comunicación. Esto se explica por el hecho de que hemos acordado validar  globalmente este modelo individual, que si bien funciona y puede afinarse como se ve, no aborda el dilema de la existencia y la presencia real del otro. La presencia real del otro, no es tener fe en el otro como imagen reactiva a la desconfianza instalada de base respecto al otro. El dilema por tanto empata y tolera, en eso radica su “estabilidad”, su equilibrio precario… pero no toca. Tocar es contundente, mirar es difuso, el que mira sufre, pero el que toca goza.

El gótico por ejemplo, como primera arquitectura moderna según entiendo, no sólo externaliza su simbología, lo que se conoce como la época en que los constructores de templos se hicieron constructores del orden social y “abrieron los templos”, sino que operativamente crea sistemas de composición en soportes donde más información se puede mostrar con menos recursos, como indica E. Panofsky en su libro “La Arquitectura Gótica y la Escolástica”.

Este ejercicio de composición es en efecto un arma de poder, en donde las formas expresadas comienzan a afinar su vínculo con este paradigma de alineamiento cósmico funcional, falsificador de la existencia por medio de la promesa de un centro ideal que calumnia los bordes del margen. La dimensión paralela al territorio existencial, denominada por Guattari como “Paradigma de los Universales”. Ambas son denominadas Contenido-Virtual-Nodiscursivo, siendo la distinción que la encarnación caósmica es real y la complejidad incorporal universal es una posibilidad. También este plano “universal” es denominado por O. Spengler o E. Trias como el infinito. Implica el centro vislumbrable, la idea de paz, que atenúa la intensidad de existir, movilizando al mundo a un centro como salida de la tensión.

Llegar al centro, es salir del laberinto sofista como prometió Sócrates o al menos distanciarse del borde habitado por una amenaza. Es el modelo que hasta hoy  ha sostenido la dinámica especulativa de occidente que escapa de esta supuesta amenaza.  El problema de fondo es que el laberinto urbano puede seguir prometiéndonos eternamente una salida, en la medida que sigamos creyendo que un minotauro nos persigue. 

¿Cómo se compromete y atrapa la existencia a esta sugestión practica concreta, como amenaza aparentemente real? 

¿Cómo la ciudad es capaz de contener en un soporte de representaciones, experiencias concretas que sugestionan la existencia?

Con la escala y vínculos alterados, la sugestión y la histeria colectiva, el control del comportamiento de grupos, etc.…. Existen muchas maneras de afinar y orientar la complejidad de estos flujos en un sentido de interés particular. Lo gracioso de todo esto, es que mientras no reconozcamos estos hilos invisibles, con lo cual no me refiero a la identificación burda de sociedades secretas o alienígenas sino los mecanismos como operan, no podremos generar una resistencia efectiva. 

La contra-cultura, las teorías conspiracionales o las profecías apocalípticas, son figuras y formas conclusas, paralelos esquizoides de compensación como sentido alternativo, que sin detectar las leyes del main-stream, plantean salidas under ground y corrientes de culto para respirar lo que pareciera genuino.  Todas estas manifestaciones son acogidas por el sistema, ya que no sólo son inofensivas, sino que sirven como esa diversidad formal y aparente, que oculta el trasfondo no-abordado. El virus debe ser destruido, sino simplemente se extenderá el desierto, y ningún refugio aunque sea mental servirá para evitar ahogarse en la tormenta de arena.

Christian Norberg-Schulz parte de la convicción de que la arquitectura consiste en significados más que en funciones prácticas. Estos “significados” son definidos como “existenciales” para acentuar su participación integral en la vida cotidiana por medio de estos soportes. 

 

La existencia primitivamente en presencia del vacío que revelaba la presencia del otro como otro, no sólo se refleja ahora en lo cotidiano urbano como falsificación (palo blanco), sino que además es contenida por este soporte (caja negra) por medio de un doble proceso histórico:

 1. La arquitectura primitiva transforma el paisaje creando estructuras que brindan apoyo ante lo desconocido, que a su vez atrofia y asfixia la presencia del misterio existencial.  La expulsión del paraíso, se vive a su vez de dos maneras:

a.   Las tribus sometidas a la misteriosa aparición de templos desconocidos que proliferan por las zonas naturalmente más habitables del planeta, lo que implica que si bien permanecen sobre contextos amables, son subyugados a estos nuevos artificios. 

b. Las tribus auto-marginadas a contextos hostiles, que si bien se mantienen al margen de estas misteriosas apariciones, no pueden evitar la condición que les exige estos nuevos contextos no naturales a su condición biológica.

El caso "a" queda sujeta a artificios misteriosos y "b" a contextos naturales. Ambos por tanto cuentan con desarrollos distintos.

2. La arquitectura moderna aporta un paradigma paralelo de símbolos sobre esta estructura acotada, dando en esa representación, un sentido paralelo al misterio de la existencia, una falsificación invertida de identidad que calumnia la existencia.

Obviamente "a" y "b" asimilan esta fase también de manera diferente. Lo que podría denominarse en el caso occidental como: La Grecia-magna del espectáculo dirigido y la Grecia-arcaica del individuo, la Europa mediterránea y la nórdica.

Claramente se pierde algo al ser expulsado del paraíso como señala la metáfora, pero: ¡se gana algo con esto? Esta es la pregunta que se le debe hacer a la conclusión de la historia oficial sobre nuestra supuesta evolución como especie.

Este paradigma es entendido como el infinito y aparece como símbolo primario en occidente según Oswald Spengler. Infinito como dimensión paralela de la inmensidad, capaz de anticipar y falsificar el vacío existencial originalmente inconmensurable. 

Lo interesante, es que no es producto de una abstracción arbitraria, sino la simulación del fenómeno de alineamiento grupal que se da en la naturaleza de ciertos grupos animales, el alineamiento esporádico en torno a un “sentido común”, como mecanismo de sobrevivencia frente a una amenaza.

Dice Norberg-Schulz: “que una de las necesidades fundamentales del hombre es la de experimentar “significados” en el ambiente que lo circunda. Cuando esto se verifica, el espacio se convierte en un conjunto de “lugares”. Entonces el término “lugar” determina algo conocido y “concreto” mientras que “espacio” indica las relaciones más abstractas entre los lugares”.
El nuevo “lugar” por lo tanto es el fenómeno en sí de lo que se podría entender como el denominado infinito, y el espacio y su manejo en cambio, es la administración de este fenómeno, por parte de especialistas y por medio de planificación, proporciones y números. 
 
La capacidad de abstracción y generalización del hombre lo lleva a la elaboración de símbolos. A través de ellos trasciende la condición individual y pasa a formar parte de la sociedad. Sociedad entendida como el alineamiento en torno a este sentido común y trascendencia de la individualidad, como  individualidad que supera  o evade de la presencia existencial de vacío, como genuina experiencia humana para abrazar la intensidad y presencia de otro. 

Esta idea abstracta de “sociedad”, es el espejismo mental que simulando la presencia de otro idealizado, en realidad responde a la paz egoísta que atenúa la incertidumbre del vacío de la existencia.  Rousseau y su romanticismo se aferran a esta ilusión social, Hobbes y el pesimismo en cambio lo acusan como simulacro. Se entiende así porque el liberalismo ha vencido al socialismo.

La genuina presencia gregaria, es entonces una representación políticamente correcto, el oficialismo civico utilizado como pretexto aparente, para esconder el verdadero sentido social: que la individualidad pueda posicionarse lo mas cerca del centro para evitar vivir la amenaza del borde.

Volviendo a la urbe como soporte de símbolos, los símbolos no se limitan al lenguaje oral o escrito, también comprenden los gestos y otros tipos de comportamientos expresivos, objetos simbólicos concretos como las imágenes y también conceptos más abstractos. Todo producto humano puede ser considerado un símbolo que posee la función de dar significado a ciertas relaciones entre el individuo y el entorno. Tomados en conjunto, los sistemas simbólicos constituyen el orden común que llamamos “cultura”. 
En este marco, Norberg-Schulz entiende que el propósito de la obra de arte es conservar y comunicar significados existenciales experimentados. Con la percepción del símbolo, el hombre cumple un acto de “identificación” que contribuye a dar valor a su existencia, poniéndola en relación con un complejo de dimensiones naturales y humanas. El vacio como motivo primario, queda acotado a la búsqueda del infinito como propósito.
 
Con la identificación, cada significado es sentido como parte de un orden espacio-temporal comprensivo. Cada acción se desarrolla en una estructura espacial más o menos definida y tiene necesidad de ella para producirse. 
 
El concepto tiene un doble significado: alude tanto a los aspectos espaciales objetivamente descriptibles como a la imagen que el individuo se ha creado de las relaciones espaciales que forman parte de su existencia. 

Entonces:
 
Se da significado existencial al ambiente circundante como lo visible por medio de sensibilidades falsificadas, y se rigidiza la experiencia del fenómeno vivo e inmenso por medio de lo invisible como un ámbito prohibido y errático. 
 
El misterio es contenido y ocultado en lo concreto, mientras su significado da un propósito que se fuga a este nuevo infinito abstracto.  
 
Se explica el desencantamiento con el mundo aquí y ahora y el ejercicio por la construcción de otro-yo que vive en un mundo paralelo. 
 
Se fomenta en  el ciudadano la práctica de lo ejemplar, que consiste en buscar un mínimo de condiciones externas para un máximo desarrollo interno, llegar en concreto a la máxima de las castas védicas, para que la ilusa espiritualidad hindú y ahora europea, no tenga que alienarse de mil maneras, de la mierda que se vive en la marginalidad cuando se está en vías de encontrar la tierra prometida, el sueño del nuevo mundo. 

 

1 Comment:

Anónimo dijo...

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