domingo, enero 02, 2011

Is the CLINIC also “CINIC”? We will see.














Is the CLINIC also “CINIC”? We will see.


Señor Director:

Leyendo su última edición del 30 de Diciembre del 2010, entre otros los artículos de Rafael Gumucio y Alfredo Jocelyn-Holt, se me ocurre una manera de abordar un problema expuesto por don Alfredo, acerca de que independiente a que un discurso sea de derecha o izquierda, ambos voceros creen igualmente ser dueños de este país. Esto se acusa y ejerce con mayor fuerza en estados originados y fundados en un escenario o cultura territorial previa en que existía marcadamente dos “castas”, para ser preciso aunque reduccionista: los señores y el pueblo. Suena bastante obvio, pero nadie plantea que en Chile no se trata de discutir que posición política (izquierda o derecha) queremos para nuestro estado, sino en que posición respecto a una “sociedad toda” se encuentra este estado particular.

Como “crecen” Japón y Finlandia, son procesos diametralmente opuestos. No creo que el desenfrenado capitalismo Japonés y su opuesto socialismo finlandés, tengan que ver con “posturas” de derecha o izquierda de un estado nacional o local (cosa de comparar como operan las ciudades de Tokio y Helsinki, antagónicas), sino con una idiosincrasia previa a la formación de la “figura” estado, y como esta se posiciona concretamente sobre un territorio pre-existente y nunca oficializado como correspondería a una rigurosidad histórica. La única manera de desenmascarar el hipócrita anhelo de “economía social” o “igualdad” vociferado por todos los dos bandos de arriba de uno u otro lado, es darle “lugar” a esta “abstracción bipolar” que es el “estado”, en que derecha e izquierda unida jamás será vencida como dice Parra.

Aunque se haga apología luego a la nobleza samurai, el origen imperial fue despiadado y la lucha actual en Japón es desquiciada, el poder y desarrollo actual de Japón no surge simplemente por el ahorro en lo militar. Finlandia en cambio es reconocido como uno de los estados más “justos” del mundo, en que la “justicia” no surge de una revolución de ilustrados vikingos ante la depresión de la posguerra o una apologia progresista al Kalevala, sino que por mucho tiempo antes del “estado moderno” su “cultura particular” ha estado allí con ciertas singularidades misteriosas. ¿Lo delicado de todo esto? Creer que con la fuerza y convicción de una idea “libertaria” cualquiera, se lograría “sanar” el abuso y “encausar” la justicia por una vía más justa “para todos”. Finlandia pudo haber sido un "foco de estudio" de su vecina USSR, replicando la "apariencia" de una maquina social sovietica, para hacer la contraparte "escenica" a la hegemonia capitalista que existe desde que la FED privada se tomo el estado estadounidense (1913). Japon por su parte es el protegido de USA por su capitalismo de tecnologia eficiente y en origen cultura minimalista. Pero tanto Rusia como Estados Unidos son la caricatura de dos "tendencias" abstractas que juegan en el mismo equipo. Neo-materialistas como Manuel De Landa, sostienen que Marx nunca resolvio el problema del capitalismo.

Dar tanto énfasis al dialogo entre extremos ideológicos derecha izquierda y todos sus matices asociados, nunca acusará la posición real en que se encuentra el estado chileno y finalmente en que manos esta el poder. Es una puesta en escena en que la derecha acusa los rasgos del poder y la izquierda reacciona a estas formas, como los humanistas ilustrados que en la revolución francesa abolieron todo menos la riqueza. La utopia social no se puede engendrar en cualquier contexto y menos si no se acuerda que lo importante es precisar en que posición real esta el estado respecto a la sociedad toda, sobre todo la porción de las sociedades anónimas (ex sociedades secretas) S.A. Es muy distinta una sociedad en que su estado se encuentra entre los señores y el pueblo como pantalla o espejo (lo que propicia el genuino capitalismo de Japón), y una en que el estado se encuentra sobre sus líderes y el pueblo como cobijo (lo que propicia el genuino socialismo de Finlandia).

Las tiranías reiteradas de nuestra historia chilena, acusan porque aflora esa naturaleza autoritaria de vez en cuando, ya que por mucho que se refresque al pueblo con radicalismo y unidad popular, no se puede perder el control real que ha existido antes de la formación del estado, la “independencia nacional” tiene relación a otros motivos que la “libertad” supuestamente clamada y anhelada por un pueblo.

La nueva manera de hacer las cosas, los revolucionarios cambios, los coloco en el mismo saco de la verdadera crecer con igualdad o cambio social. Son conceptos, ideas que hacen divagar la cabeza entre izquierda y derecha, como una verdadera sesión de hipnosis. Esta es una sociedad señorial hipócrita y cínica, que ha moldeado un pueblo bajo un control tan complejo y pequeño, que Chile es hoy un laboratorio del mundo en que se ha experimentado desde la U.P. y el neoliberalismo, hasta la Coca Cola “Cero”. Los estados no son entelequias que bajan del cielo y se instalan para salvarnos con cambios revolucionarios, son entidades que surgen de procesos históricos previos no reconocidos, sustituidos o simplemente extirpados. ¿Que debiera primar: Una nueva e ingeniosa idea o la situación en que se decide por una determinada idea? La primera política inevitablemente tomaría partido por su posición abstracta derecha-izquierda, lo segunda política se concentra en la situación específica acusando su realidad y experimentando desde ella su crecimiento.

La situación hipnótica derecha-izquierda en la cual se encuentra “la política chilena”, permite que una clase “media” acepte que un estado con el cual se identifica, se coloque y exista entre los pequeños señores (déspotas pechoños o infiltrados por otros señores) y el pueblo. Nos han convencido que el estatismo sobre “todos”, es una locura marxista-leninista, “no puedes ser más de izquierda que un renovado” es la convicción social más extrema de nuestra resignada y pacata cordura comunitaria chilensis. La clase media aspira a ejemplos del éxito y arranca de las amenazas de la pobreza, “that’s the bottom line” dirán algún día que dijo el dios Milton Friedman. En esta ecuación-operación de “aspirar y arrancar” los señores de derecha e izquierda tienen mucho que decir “oficialmente” a su pueblo para que piense, tome posición, haga creer posible el cambio que sea, y sea consecuente o se traicione…, todo mientras no se acuse esa diferencia de trato paradójica y caprichosa que hace muchas veces la “garante y contradictoria justicia” chilena.

Esto es lo que pasa cuando un estado se encuentra “entre” una impune clase acomodada y un pueblo resignado a que “se la haga justicia”. La oligarquía chilena independiente a su discurso, siempre ha creído ser dueña del país como observa don Alfredo. ¿Por qué? No por una justicia más menos ineficiente y “democrática”, sino por la misma posición relativa de esa justicia entre estas dos “castas”. “Al que se roba un chancho para adentro, al ladrón de cuello y corbata que roba entre otras cosas 2/3 del cobre nacional que no declara, por favor no lo hueveen.” Esa es la tónica y basta.

¿Se trata el “estado”, realmente de un modelo abstracto más menos libre en relación a su eficiencia y precisión, o algo mucho más complejo constitutivo a un cuerpo previo en el cual fue depositado, cuerpo con engranajes tan repetidos en el tiempo que damos por hecho así son, constituyendo así márgenes inamovibles para que el “estado” realmente opere la “enfermedad” de fondo?

El aparato estatal no es uno abstracto, tiene una posición real mas allá de una tendencia política (lo que se conoce malamente como “posición” derecha-izquierda) alternada para siempre en el tiempo. No se trata de hacer análisis para elaborar critica revolucionaria al neo liberalismo o seguir alimentando el show de familiaridad escenográfica que vende nueva manera de fascismo carismático tipo Berlusconi, se trata de ver en que lugar “particular” se encuentra el estado en relación a su situación y como desde ese lugar mira al capitalismo y la globalización. Como dice Manuel Delanda, hablar de “el mercado” o “el estado”, suponiendo que el mercado es el mismo para Finlandia y Uganda, es un reduccionismo absurdo que sólo sirve para panfleto político.


No se trata de sondear las posibilidades por medio de una especie de prisma universal o ventana tipo “windows” mirado desde la representación de un rango ideológico formal, sino comprender cómo un estado se inserta en un contexto con historia previa ya constituida fuera de una constitución cualquiera, que carga “haceres” inmutables por nuevos “decires” por bien intencionados que sean. Es por esto que tanto derecha e izquierda han dicho amen al neo-liberalismo, ya que es la solución a evitar paradójicamente un “cambio” real si pudiera existir alguno, el neo-liberalismo evita que entremos en las honduras de acusar la verdadera posición en que se ubica el estado chileno, que sospecho se encuentra en el mismo centro de la clase media que representa, en el fondo esnob y resentido, ya que dice ser soberano cuando no es, que lucha a medias y aparenta darlo todo, que dice estar contento en su impotente tristeza, que dice vivir en una casa cuando en realidad esta de allegado, un patrón que por temor y culpa a su posible ambición, prefiere dejar el poder en manos de la “magia del mercado”.

Saluda atentamente

Andrés Pérez Navarro.

(Foto de articulo "Ideario Cinico")

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