QUE TRISTE

Que triste

Esa tarde simplemente no podía llorar, caminando a la casa nada me conmovía, conversaciones fortuitas, escenas curiosas… todas insoportables, no por lo que eran, sino porque no podía estar en ellas. Apurado para no angustiarme en advertir que todo parecía insuficiente, rápidamente llegué. No se si fue suerte que no hubiera nadie, pero estaba sólo en la casa. Sin pasar por la cocina fui directo a la tele para hacer el “zapping de cada día”, que esta vez venía un poco más dirigido que de costumbre. Se trataba de encontrar uno de esos melosos recuerdos, que en un momento como este nos parecen tanta cosa.

Después de un rato encontré la película que servía, media gracia, entre 100 canales difícil no encontrar algo, especialmente si uno anda tan fácil. Pero bueno, me acomode para seguir la película de memoria y llegó por enésima vez, esa escena tan esperada para sacarme sus lagrimitas y su emoción barata. Parecía un pelotudo en insólita desgracia, una neurótica sin vida, asfixiada de cualquier intento por escaparse de esa caja idiota.

Lamentablemente fue todo tal como lo esperaba. Un propósito tan absurdo y al alcance como el que me había propuesto, me anticipó y arrebato ese presente, que me tuvo ahogado toda la tarde de una extraña y conocida amargura, tan cerca pero tan lejos de tocar.

Los medios me resolvieron en el umbral de mi abismo como muchas veces, aunque fuera triste saber que el motivo por el que sentía allí, no lo pude sentir como en realidad hubiera querido, pero que importa, otra vez me engaño y me salvo.

QUE TRISTE